agosto 20, 2008

DEMOGRAFÍA

TEMA 1: CRECIMIENTO DE LA POBLACIÓN
A) Exceso de población
La principal causa de casi todos los problemas medioambientales es el rápido aumento de la población humana, que actualmente alcanza la cifra de 6.446 millones (2005) de personas en todo el mundo. Cada día hay 250.000 nacimientos, lo que suma 90 millones al año. A este ritmo, la población global llegará a los 10.000 millones en el año 2050. Aun en el caso de que la fertilidad disminuyera hasta una media de dos hijos por mujer, las cifras absolutas aumentarán, al menos, en otros 3.000 millones. Esto explica por qué la población mundial es, en promedio, muy joven.
Las necesidades básicas de todos estos seres —alimentación, vivienda, calor, energía, vestido y bienes de consumo— plantean una tremenda demanda de recursos naturales. Si no se producen cambios en la tecnología, el uso de la tierra y las medidas de control de la natalidad, esta demanda aumentará forzosamente.
La presión del aumento de la población sobre el medio ambiente viene determinada tanto por su distribución como por su cifra total. El 90% del crecimiento actual tiene lugar en los países en vías de desarrollo, en los que, para el año 2025, se concentrará el 84% de la población mundial.
Los países industrializados, con un nivel de vida más alto, son los responsables de la mayor parte de la contaminación, pero pueden reducir los riesgos medioambientales al utilizar las nuevas tecnologías no contaminantes. En los países en vías de desarrollo se utilizan menos recursos por persona y las nuevas tecnologías no contaminantes son económicamente inaccesibles para esos países.
B) Urbanización
Tres cuartas partes de la población de los países industrializados y un tercio de los que están en vías de desarrollo vive en núcleos urbanos. Para el año 2025, dos tercios de la población mundial tendrá carácter urbano. Aunque estas zonas generan mayores concentraciones de polución, también suministran servicios, como agua y electricidad, mucho más eficazmente.
La urbanización tiende también a que se produzcan menos nacimientos. Esto sucede porque la población que vive en las ciudades, especialmente las mujeres, tiene un nivel educativo y de ingresos superior, factores íntimamente relacionados con el descenso de los índices de natalidad.
TEMA 2: ETAPAS DEL CRECIMIENTO DEMOGRÁFICO
A) Crecimiento rápido de la población, primera fase: 1450-1650
Hacia 1450, la población aumentó rápidamente en Asia oriental, Europa y probablemente en la India, existiendo también signos de crecimiento en otras regiones densamente pobladas como Egipto. La población total del mundo pronto alcanzó nuevos máximos, y esta vez las cifras nunca volvieron a caer por debajo de los niveles previos a 1450. A finales del siglo XVII se produjo un ligero descenso, pero hacia el año 1700 la población mundial contaba como mínimo con 600.000.000 habitantes.
Existen muchas teorías para explicar esta variación masiva. Tras la disolución del Imperio mongol y el siglo de inestabilidades que vino a continuación, surgieron en diferentes regiones gobiernos más fortalecidos. Estos gobiernos se beneficiaron de una mejor agricultura, que se traducía en una mayor recaudación de impuestos y mayor número de habitantes, lo que a su vez significaba más soldados. En consecuencia, fomentaron un aumento de cultivos y asentamientos en las regiones fronterizas. No se produjo ningún avance significativo en las técnicas agrícolas, pero merced al aumento de la educación y de la imprenta, las técnicas vigentes se podían transmitir a un número mayor de gente. La medicina continuaba siendo bastante ineficaz, pero la formación y la imprenta contribuyeron a la difusión de ciertos principios básicos de los cuidados infantiles y prenatales, especialmente en China, Japón y Corea.
B) Crecimiento rápido de la población, segunda fase: 1700-2000
Hacia mediados del siglo XVIII, China, Japón y Europa occidental habían alcanzado nuevos máximos de población y estaban experimentando crecimientos más rápidos que los conocidos hasta entonces. A partir de este momento, dichas regiones conocieron disminuciones de población únicamente temporales y muy ligeras. En el siglo XIX, la mayoría del resto del mundo siguió el mismo camino, rompiendo todas las cifras de población anteriores. Hacia 1800 la población total del mundo era de unos 950.000.000, hacia 1900 de 1.650.000.000 y actualmente ronda los 6.000.000.000. La tasa de crecimiento era posiblemente del 0,3% anual en el siglo XVIII, entre 0,5 y 0,6% en el XIX y de un sorprendente 1,5% en el siglo XX. Algunos países han conocido tasas de crecimiento superiores al 3% anual, doblando su población en un periodo de unos 23 años.
Al existir un mayor número de personas se requería una mayor cantidad de alimentos. En gran parte del mundo el rendimiento máximo posible de alimentos por unidad de superficie no aumentó de manera significativa hasta la invención de los fertilizantes y los pesticidas químicos hacia 1900. Pero en los siglos XVIII y XIX se produjo una gran expansión del área total cultivada, especialmente en el continente americano, en Rusia, Australia y en el sudeste asiático al tiempo que continuaba la difusión de las mejores técnicas de cultivo.
Los cambios en la organización económica y social de muchos lugares sirvieron igualmente de acicate para el crecimiento de la población. Hasta el siglo XVIII muchas sociedades impedían a los ciudadanos contraer matrimonio y tener hijos mientras no fueran capaces de mantener una familia, lo cual, por lo general, implicaba heredar las posesiones de los padres. Pero en el siglo XVIII, especialmente en Europa y en Asia oriental, cada vez más personas se ganaban el sustento trabajando para terceros y sin esperar a heredar las tierras, las herramientas o el comercio familiar. Así pues, comenzaron a tener hijos a una edad más temprana y en mayor número.
A medida que aumentaban las tasas de nacimiento, decrecían las de mortalidad. La disminución de la tasa de mortalidad antes de 1900 no cabe atribuirla tanto a nuevos conocimientos médicos como a la difusión de algunos de los existentes, a las mejoras en la recogida de basuras y en el suministro de agua potable, así como a otras medidas relativas a la sanidad pública. En la década de 1900, las tasas de mortalidad decrecieron tan vertiginosamente que la población ha continuado creciendo incluso en muchos lugares donde las tasas de natalidad han disminuido drásticamente.

TEMA 3: UNA REVOLUCIÓN DE ACTITUDES Y COSTUMBRES: LA PLANIFICACIÓN FAMILIAR
Al mismo tiempo que la población mundial se disparaba a partir de 1450, se estaba produciendo algo igualmente importante a nivel individual. En el siglo XVII, o incluso antes, muchas personas ya intentaban planificar el número, el momento de nacimiento y, en determinados casos, el sexo de sus hijos. Sin embargo, no se dispone verdaderamente de pruebas directas sobre estos aspectos debido a la ausencia de registros escritos y al carácter tan personal de las decisiones acerca de la reproducción. Sabemos que algunas personas intentaban controlar el tamaño de la familia utilizando medios ilegales, como el aborto o el infanticidio, lo cual también les obligaba a borrar cualquier prueba de tales prácticas. Como consecuencia de lo limitado de estos conocimientos, todo lo que sabemos acerca del control de la fertilidad está estrechamente ligado a la obra del primer demógrafo (investigador de la población), Thomas Malthus.
Malthus mantenía que una vez que los individuos habían contraído matrimonio, la frecuencia de sus relaciones sexuales venía determinada por unos instintos biológicos que ni la sociedad ni la cultura eran capaces de modificar. Y aunque sabemos que las personas han intentado durante siglos encontrar métodos anticonceptivos que les permitieran las relaciones sexuales sin provocar un embarazo, generalmente se había dado por bueno que no existía un método anticonceptivo eficaz hasta la invención del condón, fabricado con caucho vulcanizado, en el siglo XIX. En consecuencia, hasta el siglo XX la mayoría de los demógrafos mantuvieron que la única forma de rebajar las tasas de natalidad consistía en lo que Malthus denominaba controles preventivos del aumento de la población, impidiendo a la gente contraer matrimonio. Los obstáculos preventivos podían ser exigencias económicas que obligaban a la gente a ahorrar una cierta cantidad de dinero antes de la boda, o prácticas religiosas y culturales que prohibían el matrimonio entre personas pertenecientes a determinados grupos.
Los demógrafos no han podido detectar demasiadas pruebas de controles preventivos fuera de Europa y Japón antes del siglo XX. Pensaban que otras poblaciones sólo se habían regulado mediante lo que Malthus denominaba controles positivos, catástrofes como guerras, epidemias y épocas de hambre. Ahora sabemos que otras sociedades poseían sus propias formas de permitir a la gente un cierto control de su fertilidad.
La interferencia humana en la reproducción resulta evidente en la relación entre el número de niños y niñas nacidos. En el caso de no intervenir de ninguna forma para seleccionar el sexo, aproximadamente nacen 105 niños por cada 100 niñas; esto se define como una relación entre sexos del 105.
De hecho, algunas conductas sólo resultan explicables en caso de que los padres mataran deliberadamente a las niñas a fin de conseguir el tamaño de familia y distribución de sexos deseados.
Estas actitudes demuestran que, a pesar de la legislación que condenaba el infanticidio, las familias que sólo querían tener un hijo más o que deseaban tener un hijo varón, se deshacían de gran número de descendientes femeninas, aunque en algunos casos en que las familias deseaban tener una hija, se deshacían de los varones. Para bien o para mal, las personas dejaron de confiar en el azar para controlar su fertilidad. Las tecnologías desarrolladas a lo largo de los siglos XIX y XX han conseguido que estas intervenciones sean menos dolorosas y más eficaces.

TEMA 4: LA TRANSICIÓN DEMOGRÁFICA
Hacia finales del siglo XVIII en los esquemas de población humana tuvo lugar un tercer gran cambio denominado, por lo general, transición demográfica. En algunas partes del mundo, el esquema de unas tasas de natalidad relativamente elevadas compensadas por tasas de mortalidad altas comenzó a desplazarse en el sentido de unas tasas de natalidad y de mortalidad más bajas, características de la mayor parte del mundo actual.
La mayor parte del mundo ha experimentado esta transición demográfica, aunque en épocas y con porcentajes diferentes. En un principio, las tasas de mortalidad decrecieron y las de natalidad permanecieron constantes o disminuyeron ligeramente, lo que provocó una explosión demográfica y la destrucción de un viejo equilibrio entre nacimientos frecuentes y defunciones frecuentes. A la larga, las tasas de natalidad continuaron disminuyendo, lo que dio lugar a un nuevo equilibrio con reducidas tasas de natalidad y una población bastante estable cuyos miembros gozaban de una existencia longeva.
En casi todas las partes del planeta las tasas de natalidad son mucho más bajas que hace 50 ó 100 años, pero las tasas de mortalidad son en muchos lugares más elevadas que las existentes en los países ricos hace 100 años.
En muchos países pobres las tasas de natalidad siguen siendo elevadas porque los padres creen que tener muchos hijos constituye la única forma de garantizar que alguno de ellos sobrevivirá hasta llegar a adulto. Además, en estas áreas menos industrializadas son pocos los trabajos que requieren una educación formal, por lo que los niños pueden comenzar a contribuir a la economía familiar a edades bastante tempranas. No deja de constituir una ironía que las altas tasas de natalidad sean las que probablemente contribuyan a mantener la pobreza en estos países.
Las tasas de natalidad se ven firmemente frenadas por una prosperidad creciente. La urbanización produce el mismo efecto, ya que al trasladarse las familias a las ciudades, les resulta mucho más costoso adquirir o alquilar una vivienda para una familia numerosa. La urbanización retarda igualmente el momento en el que el individuo está en condiciones de obtener unos ingresos significativos, ya que desplaza a la sociedad hacia los trabajos que requieren como mínimo una formación básica. La formación de la mujer es un tercer factor que influye de manera notable en las tasas de natalidad. Las mujeres con formación tienen más probabilidades de que se les presenten oportunidades personales que entren en conflicto con un matrimonio temprano y la crianza inmediata de los hijos; además, es más probable que sepan cómo acceder y utilizar los controles de natalidad.
A lo largo de los últimos 100 años, a medida que en muchos lugares han ido disminuyendo las tasas de mortalidad, la población mundial ha ido aumentando a un ritmo mayor que en cualquier otra época anterior. Las tasas de natalidad en los países desarrollados han comenzado igualmente a descender, y en ello está jugando la planificación familiar consciente un papel de importancia creciente. Así pues, muchos expertos opinan actualmente que la población llegará a estabilizarse en algún momento antes del año 2100, pero después de haber aumentado al menos en 2.000 millones.
El gran número de zonas pobres y no industrializadas en las que las tasas de natalidad y mortalidad siguen siendo elevadas impide a los expertos llegar a un consenso en cuanto a la cifra en que se estabilizará la población. Las estimaciones oscilan entre los 8.500 y los 20.000 millones, con una dispersión tan amplia que impide ponerse de acuerdo en lo que puede significar la combinación de una población aún mayor con una gran desigualdad económica para la sanidad global, el entorno y la calidad de vida.
Sin embargo, podemos tener casi la plena certeza de que, al igual que en el transcurso de los últimos miles de años, la población continuará conformando las economías humanas, la vida cotidiana y el entorno en el que vivimos.

TEMA 5: MIGRACIONES DE POBLACIÓN
Los seres humanos están constantemente en movimiento, recogiendo sus enseres y asentándose de nuevo al otro lado de una misma ciudad, en el país vecino o en la otra orilla de un océano. El hombre ha migrado por diversas razones desde su aparición como especie. Entre las causas naturales para las migraciones se encuentran las sequías prolongadas, los cambios climáticos y las inundaciones o las erupciones volcánicas que convierten amplias zonas en extensiones inhabitables.
Los motivos socioeconómicos han provocado muchas más migraciones que los fenómenos naturales. Como ejemplos pueden citarse la escasez de alimentos por el crecimiento de la población o la pérdida de suelos; una derrota en un conflicto bélico; las políticas de expansión de pueblos dominantes. Además de las ya citadas, cabe destacar como causas que intervienen en los movimientos espaciales de población: la miseria en algunas zonas agrarias motivada por la desequilibrada distribución de la tierra, la destrucción del equilibrio económico anterior, motivado por la ruptura de un sistema económico artesano y rural antiguo, afectado por la revolución industrial y de los transportes; la prosperidad de algunas zonas, como factor de atracción de posibles migrantes; el descubrimiento de un nuevo recurso (oro, carbón, petróleo) capaz de provocar concentraciones humanas en nuevos asentamientos; etc.
A) Barreras y corredores de paso
Los movimientos de población se han visto condicionados históricamente por las barreras naturales, como anchos ríos, mares, desiertos y cadenas montañosas. Los cinturones de estepas, bosques y tundra ártica que se extienden desde Europa central al Océano Pacífico, favorecieron las migraciones este-oeste de los grupos situados a lo largo de estas latitudes.
Las migraciones desde las zonas tropicales a las templadas o desde las templadas a las tropicales, han sido escasas.
A consecuencia de éstas y otras barreras similares, ciertos pasos de montaña y corredores se convirtieron en rutas migratorias habituales.
C) Efectos de las migraciones
Redistribución de la población: es la consecuencia más estrictamente geográfica, ya que las zonas de afluencia se llenan de habitantes en tanto que las de partida ven vaciarse sus pueblos, campos y ciudades.
Efecto selectivo: se manifiesta en la propia selección natural de los migrantes, pues los individuos más débiles no emigran y, en una selección demográfica por sexo y edad, en general los hombres migran más que las mujeres y las migraciones suelen estar protagonizadas por individuos jóvenes, lo que tiene un efecto de rejuvenecimiento en el lugar de destino y de envejecimiento y retroceso demográfico en el de origen.
Consecuencias biológicas: la unión de poblaciones de origen distinto genera mejoras genéticas al evitar los peligros de la consanguineidad. Sin embargo, la posibilidad de enfrentamientos armados y los problemas de la adaptación biológica a un nuevo medio pueden diezmar poblaciones indígenas por la guerra con los invasores y la vulnerabilidad ante nuevas enfermedades; por su parte los recién llegados experimentarán problemas derivados de la modificación del régimen de alimentación, falta de resistencia a agentes patógenos endémicos, climas radicalmente diferentes, etc.
Problemas de contacto: el inmigrante enriquece a menudo el país de acogida porque introduce nuevos hábitos culturales, pero al mismo tiempo, y como consecuencia de esas diferencias, se producen tensiones y oposiciones por razón de raza, lengua, género de vida, religión, opinión política, etc...
Consecuencias económicas: las regiones de partida están penalizadas por la pérdida selectiva de los individuos más activos, la inversión realizada en su formación y el coste de los viajes y gastos administrativos de la emigración; no obstante también tienen ventajas como la posibilidad de sanear la economía y reorganizarla si la emigración deja suficientes elementos activos, además de la llegada de los ahorros de los emigrantes. Para las regiones de llegada las ventajas se concretan en un ahorro en gastos de formación, nuevas posibilidades económicas y laborales para la población autóctona, pues la llegada de inmigrantes permite a ciertos sectores industriales funcionar con costes más bajos, y la difusión de formas de vida que constituyen la antesala para la exportación de mercancias. Entre las desventajas o costes estarían los gastos de reclutamiento y viaje, la salida de divisas, los gastos en ayuda social y cultural, importaciones suplementarias y los problemas de desempleo en el caso de regiones que no pueden ofrecer trabajo a las masas de inmigrantes que llegan en oleadas, como es el caso de las ciudades de países en vías de desarrollo y los desplazamientos masivos de refugiados políticos en el contexto de graves conflictos bélicos.
Nuevos hogares: Los inmigrantes deben hacer frente a muchas dificultades en su nuevo país, especialmente si no hablan el idioma del país de destino. Muchos inmigrantes se instalan en comunidades previamente formadas por personas de su mismo país de origen. Los inmigrantes más antiguos hablan la misma lengua y pueden ayudar a los recién llegados durante el proceso de adaptación.
TEMA 6: POLÍTICAS DE POBLACIÓN
Las políticas gubernamentales de población pretenden alcanzar objetivos de desarrollo y bienestar aplicando medidas que, directa o indirectamente, inciden sobre procesos demográficos como la fertilidad y la migración. Como ejemplos cabe citar el establecimiento de la edad mínima reglamentaria para contraer matrimonio, los programas de divulgación de uso de anticonceptivos y los controles de migración. Cuando estas políticas se adoptan por razones distintas a las demográficas reciben el nombre de políticas implícitas.
A) Políticas de población en los países desarrollados
Los países europeos no tuvieron políticas de población hasta el siglo XX.
Japón, con una economía comparable a la de los países europeos, fue el primer país desarrollado en la era moderna que inició un programa de control de natalidad. En 1948 el gobierno japonés instituyó una política que incluía la anticoncepción y el aborto para limitar el tamaño de las familias.
Las políticas europeas a favor de la natalidad no tuvieron mucho éxito en la década de 1930 y sus ligeras variantes de las dos últimas décadas (en Francia, España y en muchos países europeos del Este) no parece que hayan logrado detener la continua y preocupante disminución de la natalidad. El control gubernamental de la migración parece que resulta más eficaz. La migración a corto plazo por demanda de trabajo ha sido una práctica común en Europa occidental y ha dado a los diferentes países la flexibilidad para reducir la migración durante las recesiones económicas.
B) Políticas de población en América Latina
Desde su independencia, los países hispanoamericanos se plantearon los problemas de población derivados del mestizaje y la existencia de amplias zonas de escasa presencia humana.
El vertiginoso crecimiento de los índices de natalidad, las tradiciones y prejuicios religiosos y familiares, las costumbres de fuerte arraigo, contrarias al uso de métodos anticonceptivos, han obligado a todos los gobiernos a desarrollar campañas de información y educación, a promover el control de la natalidad y los programas de planificación familiar.
C) Políticas de población en el Tercer Mundo
En 1952 la India fue el primero de los países en vías de desarrollo que adoptó una política oficial para disminuir el ritmo de crecimiento de su población. Los programas de planificación familiar fueron considerados como una forma de satisfacer el deseo de un amplio sector de la población de limitar y controlar la natalidad.
La reducción del índice de crecimiento en Asia puede atribuirse sobre todo a las estrictas políticas de control de la población en China. A pesar de su inmensa población, China ha reducido con éxito los índices de natalidad y mortalidad. Recientemente, el gobierno está apoyando una política de familias con un solo hijo con el fin de reducir el índice actual de crecimiento anual del país del 14‰ al 0‰ en el año 2000.
En 1979, más del 90% de la población de los países en vías de desarrollo vivía bajo gobiernos que, al menos en principio, permitían el acceso a anticonceptivos por razones de sanidad y garantizaban el derecho a elegir el número de hijos y controlar los intervalos entre nacimientos. Estudios recientes muestran que en muchos países se están reduciendo los índices de natalidad y de crecimiento de la población nacional, en parte gracias a los programas de planificación familiar propiciados por los gobiernos.

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INDEPENDENCIA DE AMERICA LATINA


Fue un proceso político y militar que tuvo lugar entre 1808 y 1826, y que se desarrolló en casi todos los territorios americanos gobernados por España. Se ponía así fin al dominio que los reyes españoles habían tenido sobre gran parte del continente americano desde el siglo XVI. A partir 1826, solo quedaron bajo la soberanía española las islas de Cuba y Puerto Rico.
Causas internas: La sociedad latinoamericana había llegado a un punto de gran descontento como consecuencia de la colonización española. Por factores como la corrupción administrativa, el trato dado a los indígenas, la expulsión de los jesuitas en 1767, la desigualdad entre criollos y españoles o el establecimiento de un régimen de monopolios. En esta situación, las ideas liberales y revolucionarias se difundían en las universidades, las academias literarias y las sociedades económicas y patrióticas.
Causas externas: La Ilustración hizo aparecer la idea de libertad, mientras que la Declaración de Independencia estadounidense (1776) y la Revolución Francesa (1789-1799) sirvieron de modelos para la lucha independentista.
Todas estas circunstancias coincidieron con un momento histórico que permitiría el inicio del proceso independentista: En 1808, los reyes españoles Carlos IV y Fernando VII abdicaron ante el emperador francés Napoleón I Bonaparte, cuyas tropas invadieron la península Ibérica. Comenzaba así la guerra de la Independencia española (1808-1814). Como consecuencia de estos hechos, y ante el vacío de poder, en las colonias españolas de América aparecieron las primeras juntas de gobierno. Cuando Fernando VII volvió al trono, en 1814, la guerra entre las colonias y España ya era inevitable.
PRIMERA FASE DEL PROCESO INDEPENDENTISTA (1808-1814):
Virreinato del Río de la Plata: El principal protagonista de la independencia en la Banda Oriental (Uruguay) de los territorios rioplatenses fue José Gervasio Artigas. En Buenos Aires, el 25 de mayo de 1810, se creó una Junta que envió a José Rondeau a la Banda Oriental y a Manuel Belgrano a Paraguay, para evitar la independencia propia de estos territorios. Un año más tarde, se proclamó la independencia de Paraguay, que se alejó de la emancipación del antiguo virreinato del Río de la Plata. La victoria de José de San Martín en la batalla de San Lorenzo (3 de febrero de 1813) y las de Belgrano en Tucumán (septiembre de 1812) y Salta (febrero de 1813) consolidaron la independencia.
Alto Perú y Ecuador: El Alto Perú, que pertenecía al virreinato de la Plata, protagonizó los primeros movimientos de carácter independentista. La primera Junta que rompió abiertamente con las autoridades españolas fue la de Chuquisaca (actual Sucre, en Bolivia), cuando el 25 de mayo de 1809 el triunvirato (junta compuesta por tres miembros) de Bernardo de Monteagudo, Jaime de Zudáñez, y Lemoine apresó al presidente de la audiencia, García Pizarro. El 11 de octubre de 1810, se proclamó la independencia de Ecuador, pero en 1812, el virrey del Perú, José Fernando Abascal y Sousa, volvió a controlar toda la región, incluido el Alto Perú.
Virreinato de Nueva Granada: La figura de Simón Bolívar protagonizó el proceso independentista de Venezuela. En Caracas, se constituyó una Junta el 19 de abril de 1810, que proclamó la independencia del país el 5 de julio de 1811 y declaró establecida una república federal. Pero los enfrentamientos entre los dos principales dirigentes de la independencia, Bolívar y Francisco de Miranda, hicieron que en 1812 los realistas restablecieran el dominio español en Venezuela. Sin embargo, la Junta independentista de Santafé de Bogotá derrocó al virrey de Nueva Granada, Antonio Amar y Borbón, el 20 de julio de 1810. Así se establecieron las Provincias Unidas de Nueva Granada.
Chile: El 16 de julio de 1810, comenzó el proceso de la independencia chilena. En julio de 1811, José Miguel Carrera Verdugo logró el poder apoyado por Bernardo O’Higgins: se establecía la dictadura de Carrera y la independencia encubierta de Chile.
Virreinato de Nueva España: Aquí, los inicios de la independencia tuvieron un marcado carácter popular y revolucionario. Aunque la primera conspiración fracasó en 1809, el levantamiento del sacerdote Miguel Hidalgo en la ciudad mexicana de Dolores, el 16 de septiembre de 1810, se considera el verdadero inicio de la emancipación mexicana. No obstante, en 1811 Hidalgo fue derrotado y ejecutado por los realistas. En el sur, los insurgentes estuvieron dirigidos por el también sacerdote José María Morelos. Proclamaron la independencia de México y, en octubre de 1814, redactaron la primera Constitución. Pero Morelos fue ejecutado por las tropas españolas, en 1815.
SEGUNDA FASE (1814-1826)
La reacción española motivó la fase bélica que culminó con la consolidación de los estados sudamericanos.
La reacción española (1814-1816): En Nueva Granada, los realistas retomaron la iniciativa a finales de 1814, y Bolívar tuvo que escapar de allí rumbo al Caribe.
En Perú, los realistas controlaron la mayor parte del territorio gracias a las victorias de Joaquín de la Pezuela en Vilcapugio y Ayohuma (1813).
En Chile, la falta de entendimiento entre Carrera y O’Higgins condujo a la victoria realista de Rancagua (1814).
En 1816, la causa independentista solo parecía victoriosa en el territorio que habría de conformar Argentina, donde el Congreso de Tucumán proclamó la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata el 9 de julio de ese mismo año.
Las grandes expediciones (1817-1822): A partir de 1817, la guerra se generalizó en todas las regiones de Sudamérica.
La victoria de José Antonio Páez en Las Queseras del Medio (abril de 1819) permitió a Bolívar cruzar los Andes, triunfar en la batalla de Boyacá (7 de agosto de 1819) y entrar en Santafé de Bogotá. En diciembre de ese año, se constituyó la República de la Gran Colombia, y Bolívar fue designado presidente. Tras su victoria en la batalla de Carabobo (24 de junio de 1821), Bolívar consolidó la independencia de Venezuela. En mayo de 1822, Antonio José de Sucre venció en Pichincha. Bolívar entró en Quito en el mes de junio (liberada para los independentistas por Sucre) y se dirigió a Guayaquil.
En el sur, el general San Martín creó en Mendoza el Ejército de los Andes, cruzó esta cordillera y derrotó a los españoles en la batalla de Chacabuco (12 de febrero de 1817), con la ayuda de Bernardo O’Higgins. La victoria patriota en la batalla de Maipú (5 de abril de 1818) aseguró la independencia de Chile.
Ayudado por la flota del almirante británico Thomas Alexander Cochrane, San Martín inició la campaña de Perú. Logró ocupar Lima, el 9 de julio de 1821, y proclamó la independencia del país el 28 de julio siguiente. Nombrado ‘protector’ de Perú, convocó un Congreso Constituyente en 1822 y se dirigió a Guayaquil para entrevistarse con Bolívar.
Las campañas finales (1822-1824): En la famosa entrevista de Guayaquil (26 de julio de 1822), Bolívar y San Martín acordaron que aquel se ocupara de los asuntos de Perú y que San Martín se retirara de la escena política. Los realistas mandados por Jerónimo Valdés recuperaron Lima en junio de 1823, lo que hizo necesaria la intervención de Sucre y del propio Bolívar, que en febrero de 1824 asumió la dictadura. Las victorias de Sucre sobre el realista José Canterac en Junín (6 de agosto de 1824) y sobre Valdés y el virrey José de la Serna e Hinojosa en Ayacucho (9 de diciembre de 1824) resultaron decisivas. La ocupación, en enero de 1826, del puerto peruano del Callao, último reducto del dominio español en el continente americano, puso fin a la guerra y aseguró definitivamente la independencia de la mayoría de las colonias hispanas en América.
PERSONAJES DESTACADOS
FERNANDO VII
Fernando VII era hijo de los reyes españoles Carlos IV y María Luisa de Parma. Nació el 14 de octubre de 1784, en El Escorial (Madrid). Durante el reinado de su padre, dirigió un partido cortesano que se oponía al primer ministro Manuel Godoy. Los partidarios de Fernando aprovecharon el descontento popular provocado por la entrada de tropas francesas en España y, tras una revuelta, el motín de Aranjuez (marzo de 1808), consiguieron que Godoy fuera destituido y que Carlos IV abdicara en Fernando VII.
Toda la familia real, incluido Fernando VII, fue convocada a la ciudad de Bayona por Napoleón I Bonaparte. Éste obligó a Fernando a renunciar a la corona española en su favor. Luego, Napoleón nombró rey de España a su hermano José, que reinaría hasta 1813 con el nombre de José I.
En mayo de 1808, se produjo la invasión francesa y estalló la guerra de la Independencia española. Muchos españoles, considerando que su rey estaba secuestrado por Napoleón, no aceptaron la situación, se rebelaron y crearon una Junta Central para gobernar el país en nombre de Fernando VII. Ese órgano coordinó la lucha contra los invasores y también convocó unas Cortes que se reunieron en Cádiz a partir de 1810. Las Cortes de Cádiz declararon “único y legítimo rey de la nación española a don Fernando VII”. Por eso, Fernando VII fue llamado el Deseado.
Una de las primeras victorias españolas en la guerra se produjo en la batalla de Bailén (19 de julio de 1808). A continuación, Napoleón fue personalmente a España al frente de un Ejército de 150.000 hombres. Para luchar contra él, los españoles utilizaron una nueva táctica, la guerra de guerrillas, que impidió a los franceses tomar sus dos principales objetivos: Cádiz y Lisboa (la capital de Portugal). Entre 1811 y 1812, la guerra entró en una fase de desgaste; los guerrilleros españoles ya no tuvieron que luchar solos, ya que contaron con el apoyo de Inglaterra, enemiga de Francia. Debes conocer el nombre de un famoso general inglés, cuya participación en la guerra fue decisiva: Arthur Colley Wellesley, que luego recibiría el título de duque de Wellington. Este militar estuvo al frente de las fuerzas españolas, inglesas y portuguesas que derrotaron a las tropas francesas en la batalla de Arapiles (junio-julio de 1812). Tras este combate, José I tuvo que abandonar Madrid y trasladar su corte a Valencia. Andalucía quedaba liberada. Las reuniones de las Cortes de Cádiz dieron como resultado la redacción y aprobación de la primera Constitución de la historia de España: la Constitución de 1812.
Entre 1813 y 1814, se desarrolló la última fase de la guerra. Tras ser derrotados en Vitoria (junio de 1813) y San Marcial (septiembre de 1813), los franceses fueron expulsados de la península Ibérica en marzo de 1814.
El Trienio Liberal (1820-1823): Fernando VII ya había sido liberado por Napoleón antes de que acabara la guerra, concretamente, tras la firma del Tratado de Valençay (11 de diciembre de 1813). Cruzó la frontera el 24 de marzo de 1814 y, nuevamente como rey de España, asumió el gobierno del reino. No tardó en volver a actuar siguiendo los principios del absolutismo político (contrario al liberalismo) y prohibió la Constitución de Cádiz.
Por eso, en 1820, el teniente coronel Rafael del Riego se rebeló y obligó a Fernando VII a jurar la Constitución de Cádiz. Este periodo, en el que los liberales llegaron al gobierno y la Constitución de 1812 volvió a estar en vigor, duró solo tres años. En el Congreso de Verona (1822), los principales soberanos absolutistas de Europa (que estaban juntos en la llamada Santa Alianza) decidieron ayudar a Fernando VII para que recuperara todo su poder. El 7 de abril de 1823, tropas francesas (que pasaron a la historia como los Cien Mil Hijos de San Luis) entraron en España y restauraron el absolutismo.
La Década Ominosa (1823-1833): Los historiadores llamaron Década Ominosa a los últimos diez años de reinado de Fernando VII porque estos se caracterizaron por el extremado absolutismo del monarca, que prohibió, otra vez, la Constitución. Fue también en este periodo cuando España perdió la mayor parte de sus colonias americanas, que consiguieron la independencia.
En 1829, Fernando VII se casó por cuarta vez. Su nueva esposa, María Cristina de Borbón, dio a luz, al año siguiente, a la princesa Isabel. Esta niña se convirtió en reina de España (con el nombre de Isabel II) cuando Fernando VII falleció, en Madrid, el 29 de septiembre de 1833.
NAPOLEÓN I BONAPARTE
Nació el 15 de agosto de 1769, en Ajaccio (Córcega). Estudió en la Escuela Militar de París. Ya iniciada la Revolución Francesa, reconquistó la base naval de Tolón. Ascendió a general a los veinticuatro años, y en 1795 logró restablecer el orden tras una insurrección de las fuerzas contrarrevolucionarias. Al año siguiente, contrajo matrimonio con Josefina de Beauharnais.
Ese mismo año, fue a Italia, donde obligó a Austria y sus aliados a firmar el Tratado de Campoformio, donde se estipulaba que Francia podía conservar los territorios que había conquistado. En ellos, Napoleón fundó, en 1797, la República Cisalpina (Venecia), la República Ligur (Génova) y la República Transalpina (Lombardía). En 1798, conquistó Egipto, pero un año después regresó a su país ante la delicada situación política.
Ya en Francia, Napoleón se unió a una conspiración que, en noviembre de 1799, dio un golpe de Estado y estableció un nuevo régimen político: el Consulado. En 1800, derrotó a los austriacos en la batalla de Marengo. Su poder político fue cada vez mayor: de primer cónsul pasó a cónsul vitalicio y, en 1804, se proclamó emperador.
Napoleón, Emperador De Los Franceses: Napoleón reorganizó la administración y ordenó e integró la legislación civil en el llamado Código de Napoleón y en otros que garantizaban los derechos y las libertades conquistados durante el periodo revolucionario.
Aunque Gran Bretaña, Rusia y Austria se unieron en 1805 en la Tercera Coalición (ya se habían formado otras antes contra Francia en los primeros años de las Guerras Napoleónicas), Napoleón parecía invencible: derrotó a sus enemigos en la batalla de Austerlitz (1805); conquistó el reino de Nápoles (1806) y nombró rey de éste a su hermano mayor, José; se tituló rey de Italia; fundó el reino de Holanda, al frente del cual situó a su hermano Luis; incorporó al Imperio el reino de Westfalia y el ducado de Varsovia; impuso un bloqueo sobre las mercancías británicas; conquistó Portugal (1807), e invadió España y nombró rey de este país a su hermano José (1808), lo que originó la guerra de la Independencia española.
Por todos los territorios conquistados extendía las reformas liberales. En 1809, creó las Provincias Ilirias (en la zona que un siglo más tarde sería Yugoslavia) y conquistó los Estados Pontificios. En 1810, tras repudiar (rechazar) a Josefina, contrajo matrimonio con María Luisa, archiduquesa de Austria e hija del emperador austriaco, Francisco I.
En 1812, las tropas napoleónicas fracasaron en su campaña contra Rusia. Toda Europa se había unido contra el temible Napoleón, que, en 1814, vio de nuevo derrotados a sus ejércitos, esta vez en España. En ese mismo año abdicó y se retiró a la isla de Elba. Pero en marzo de 1815, de nuevo como emperador, afrontó un último periodo de poder (llamado de los Cien Días), durante el cual promulgó una nueva Constitución, más democrática. Todo concluyó al ser derrotado en la batalla de Waterloo, el 18 de junio de 1815. Fue recluido en Santa Elena, una lejana isla en el sur del océano Atlántico, donde falleció, el 5 de mayo de 1821.
JOSÉ DE SAN MARTÍN
En 1778, en Yapeyú (una localidad que hoy pertenece a la provincia argentina de Corrientes), nació un niño que llegaría a ser uno de los principales líderes militares de la independencia de Sudamérica. Recibió el nombre de José de San Martín, y sus padres, Gregoria Matorras y Juan de San Martín (que era teniente de gobernador de Corrientes), no podían imaginar que ese bebé, muchos años después, sería conocido como ‘el Libertador’.
Soldado Español: La familia San Martín marchó a Buenos Aires cuando el pequeño José tenía tres años. En 1784, tuvieron que trasladarse a España, donde fue destinado el padre. Allí, José de San Martín comenzó su carrera militar. Fue soldado en las guerras que España mantuvo contra Francia (1793-1795) y Portugal (1801). También luchó, siendo condecorado por su valentía, en la batalla de Bailén (1808), una de las más importantes de la guerra de la Independencia española, cuando España fue invadida por las tropas francesas de Napoleón Bonaparte. En 1808, San Martín era ya capitán mayor.
Aparece El Libertador: Regresó a suelo argentino en 1812, y el Triunvirato que gobernaba entonces Buenos Aires le encargó la formación de un escuadrón, que luego fue el célebre Regimiento de Granaderos a Caballo. Dos años antes, en 1810, los territorios del virreinato del Río de la Plata habían comenzado a luchar para conseguir su independencia de España. San Martín se unió a los independentistas y derrotó a las tropas realistas (españolas) en la batalla de San Lorenzo (1813). Pronto fue nombrado comandante del Ejército del norte y gobernador de Cuyo.
En 1816, los independentistas se reunieron en el Congreso de Tucumán: declararon la independencia de los territorios del virreinato del Río de la Plata, que pasaron a ser las Provincias Unidas del Río de la Plata. Se creó, entonces, el Ejército de los Andes, también conocido como Ejército Libertador, con el propósito de conseguir que otras colonias españolas de América lograran también su independencia. San Martín fue nombrado su general en jefe.
Independencia De Chile: En enero de 1817, San Martín salió de Mendoza al frente del Ejército de los Andes. Su misión era difícil: cruzar la cordillera de los Andes y llegar a Chile. Pero los esperaba la victoria: un mes después, vencieron a los españoles en la batalla de Chacabuco y entraron en la ciudad de Santiago. San Martín dejó el gobierno a Bernardo O'Higgins, el principal patriota chileno y uno de los jefes del Ejército de los Andes.
Los españoles intentaron recuperar Chile, y en 1818 derrotaron a San Martín y O'Higgins en la batalla de Cancha Rayada. Pero en ese mismo año, San Martín venció a las tropas realistas en la batalla de Maipú. La independencia de Chile sería ya definitiva.
Independencia De Perú: San Martín comenzó la campaña para liberar Perú en 1820. En esta se repitieron sus triunfos: en julio de 1821 entró en Lima y proclamó la independencia del país. San Martín fue nombrado protector del Perú y convocó un Congreso Constituyente.
En 1822 se reunió con Simón Bolívar en un encuentro que es conocido como entrevista de Guayaquil. Los dos grandes protagonistas de la independencia de Sudamérica hablaron de la situación de las nuevas naciones que estaban surgiendo. Tras la entrevista de Guayaquil, regresó a Perú; reunió al Congreso de Lima, y presentó ante él su renuncia al poder, por lo que los asuntos de este país quedaron en manos de Bolívar. Después, embarcó rumbo a Chile.
En 1824, San Martín zarpó hacia Europa. Murió el 17 de agosto de 1850 en la ciudad francesa de Boulogne-sur-Mer. ¿Sabías que en 1878 se colocó la piedra fundamental en el mausoleo de la catedral de Buenos Aires, donde descansan sus restos?
BERNARDO O'HIGGINS RIQUELME
Nació el 20 de agosto de 1778, en Chillán. Era hijo del español Ambrosio O'Higgins y de la criolla Isabel Riquelme. Su padre fue gobernador y capitán general de Chile, y más tarde, virrey del Perú (1796-1801).
El joven Bernardo estudió en Lima y luego, en Europa (en Gran Bretaña y en España, concretamente, en la ciudad de Cádiz). Volvió a Chile en 1802, y dos años después se convirtió en alcalde de su ciudad natal. En 1811, al año siguiente de iniciarse el proceso de la independencia chilena, fue elegido diputado del primer Congreso Nacional y miembro de la Junta de Gobierno.
Bernardo O'higgins, Libertador Y Jefe De Estado: En 1813, recibió el mando del Ejército patriota. Aunque en mayo de 1814 firmó con el español Gabino Gaínza el Tratado de Lircay, los realistas enviaron a Mariano Osorio para lograr el completo sometimiento de Chile al dominio hispano. La batalla de Rancagua (octubre de 1814) supuso la victoria de las tropas españolas: acababa el periodo de la emancipación chilena, denominado Patria Vieja, y comenzaba el de Reconquista española.
O'Higgins huyó con la mayoría de sus seguidores a Mendoza. Allí, se unió al general argentino José de San Martín en la formación del Ejército de los Andes. En 1817, aquellas tropas cruzaron la cordillera andina y se enfrentaron a los españoles en la decisiva batalla de Chacabuco (12 de febrero de 1817). Dos días después de su gran victoria, San Martín y O'Higgins entraron en Santiago: comenzaba el periodo de la Patria Nueva chilena. El 16 de febrero de 1817, O’Higgins fue aclamado director supremo provisional de Chile.
En 1818, las tropas españolas vencieron en la batalla de Cancha Rayada a las de San Martín y O’Higgins. Pero ese mismo año, ambos derrotaron a los realistas en Maipú.
Durante el periodo en que O'Higgins fue director supremo (desde 1817 hasta 1823), se promulgaron las dos primeras constituciones chilenas: las de 1818 y 1822. El 28 de enero de 1823, tras haber perdido el apoyo de la aristocracia y de la Iglesia, renunció al cargo.
Pocos meses después, marchó a la ciudad peruana de Lima, donde falleció el 24 de octubre de 1842.

HISTORIA CONSTITUCIONAL DE CHILE

REGLAMENTO CONSTITUCIONAL DE 1812:
En 1812, se dio un Reglamento Constitucional compuesto de 27 artículos elaborados con el objeto de darle al gobierno una aparente legalidad. Fue mandado redactar por José Miguel Carrera Verdugo, quien dirigía el país en ese momento. Entre los puntos más importantes, destacan: el derecho constitucional reside en el pueblo y es él quien delega sus facultades en el Congreso; la religión oficial chilena será la católica; ningún decreto, orden u providencia que emane de cualquiera autoridad o tribunal de fuera del territorio de Chile tendrá efecto alguno y los que intentaren darle valor serán castigados como reos del Estado. Con este Reglamento Constitucional, Chile estaba llevando a cabo una independencia encubierta.

CONSTITUCIÓN DE 1818:
El ideólogo de la Constitución de 1818 fue Bernardo O’Higgins. Constaba de 22 artículos y fue redactada por una comisión encabezada por el mismo prócer. Esta Constitución estipulaba, en sus puntos más importantes: la libertad e igualdad civil, seguridad individual, honra y hacienda; nadie puede ser desterrado o castigado sin ser antes oído y legalmente convencido de algún delito contra el cuerpo social; las casas y papeles de cada individuo son sagrados; reconoce la libertad de los hijos de los esclavos (libertad de vientre); todo hombre debe completa sumisión a la Constitución, a sus estatutos y leyes; el cargo de director supremo será vitalicio, el cual recaía en la figura de O’Higgins; el Senado estará compuesto por cincos miembros nombrados por dicho director supremo; la religión oficial será la católica, apostólica y romana; divide al país en tres provincias (Santiago, Concepción y Coquimbo). Esta Constitución vino a dar un mayor orden al gobierno y a la naciente nación chilena.

CONSTITUCIÓN DE 1822:
Fue redactada durante el gobierno de Bernardo O’Higgins por obra de José Rodríguez Aldea. Acordó que el poder ejecutivo recaería en el director supremo durante seis años y con la posibilidad de ser reelecto por cuatro años más; el poder ejecutivo sería bicameral por primera vez; se creaban tres ministerios (Gobierno y Relaciones Exteriores, Hacienda y Guerra y Marina); Chile sería libre de España y de toda potencia extranjera. Así mismo, estipulaba quiénes podían ser considerados chilenos o podían acceder a la nacionalidad chilena, establecía que serían ciudadanos los chilenos mayores de 25 años, o menos si estaban casados, que supieran leer y escribir. Planteaba que todos los chilenos eran iguales ante la ley y podían optar a cargos públicos. Pese a que esta Constitución se acercó a lo que realmente debe de ser una carta fundamental, es considerada uno de los motivos de la abdicación de O’Higgins, debido a la presión de la aristocracia que veía con malos ojos las pretensiones de su texto.

CONSTITUCIÓN MORALISTA DE 1823:
Fue redactada por Juan Egaña durante el gobierno de Ramón Freire. Entre sus características, resalta que refleja la influencia de la antigüedad clásica y la filosofía política del siglo XVIII. Su objetivo era reglamentar la moralidad de los ciudadanos a fin de hacerlos sabios y virtuosos. Utiliza la ley como transformadora de hábitos y costumbres sociales. Sus principales artículos apuntan a establecer que el Estado chileno es unitario, indivisible e independiente; fija los límites del país; decreta la abolición definitiva de la esclavitud; determina las funciones de los tres poderes del Estado. Esta Constitución establecía que tendrían derecho a sufragio los varones mayores de 21 años si eran casados, los mayores de 25 si eran solteros, los cuales tenían que saber leer y escribir y ser propietarios de un bien inmueble. La religión del Estado era la católica, apostólica y romana, con la exclusión del ejercicio público de cualquiera otra. Esta Constitución se hizo impracticable por la mezcla de elementos políticos, religiosos y morales.

ENSAYO FEDERAL DE 1826:
El proyecto no alcanzó a consolidarse en Constitución. Fue impulsada por el federal y admirador de la política estadounidense José Miguel Infante Rojas. Lo más destacado de este ensayo fue la división del territorio en ocho provincias (Coquimbo, Aconcagua, Santiago, Colchagua, Maule, Concepción, Valdivia y Chiloé). Además, proponía que todos los cargos serían sometidos a votación. Este intento constitucional fue imposible llevarlo a la práctica por la falta de recursos económicos y de comunicación, así como por la inexistencia de información cívica para aplicar un modelo estadounidense en una realidad tan alejada.

CONSTITUCIÓN LIBERAL DE 1828:
El ideólogo fue Melchor de Santiago Concha y su redactor el español José Joaquín Mora. Esta Constitución se inspiró en la Revolución Francesa, en la española emanada en 1812 por las Cortes de Cádiz y en el ensayo federal chileno de 1826. En ella aparecen precisados el concepto de nación, territorio y la división del país en ocho provincias. Confirma, así mismo, la abolición de la esclavitud. Entre sus artículos, tiene especial relevancia el que considera al presidente y vicepresidentes elegidos por los electores de las provincias, quienes, en caso de no haber una mayoría, elegirían entre los que obtuvieran mayorías respectivas. Dicho artículo ocasionó el inicio de la revolución de 1829. Pese a ser una de las constituciones mejor hechas y hermosamente escritas del país, fue impracticable por ser muy avanzada para la realidad chilena.

CONSTITUCIÓN DE 1833:
Fue redactada por Mariano Egaña y logró estabilizar políticamente a Chile durante casi cien años. Era absolutamente presidencial, basada en la ideología de Diego Portales; el voto era representativo y censitario, el presidente recibía un mandato de cinco años en el cargo con derecho a ser reelegido por un periodo más. El Parlamento tenía la atribución de aceptar o rechazar el presupuesto anual; establecer el voto de censura y la interpelación parlamentaria. De este modo, permitió la conformación del Estado, organizó el poder estatal de acuerdo a la realidad del país y se inició un periodo de estabilidad constitucional y política quebrantado sólo por algunas revoluciones. Esta Constitución intentó establecer un gobierno fuerte e impersonal, basado principalmente en la figura del presidente de la República, pero desde 1871 se llevaron a cabo una serie de reformas donde se desarrollaron interpretaciones de corte parlamentario, especialmente por la pérdida de fuerza del jefe de Estado en sus aliados conservadores. Se desarrolló un pluripartidismo, se mejoró el sistema electoral y se hizo más transparente, pero la acción gubernamental se deterioró con las continuas rotaciones ministeriales.

CONSTITUCIÓN DE 1925:
El presidente Arturo Alessandri Palma determinó una comisión consultiva, en donde destacó el ministro de Justicia José Maza Fernández, para elaborar la nueva Constitución presidencialista luego del fracaso del parlamentarismo en Chile con la reformada Constitución de 1833. Entre los aspectos fundamentales de la Constitución de 1925 destaca la separación definitiva entre la Iglesia y el Estado y la imposibilidad de disolver el Congreso por parte del presidente de la República. Esta Constitución fijó un régimen representativo, de carácter presidencial y con una separación estricta de poderes. El presidente desarrollaría las funciones de jefe de Estado y gobierno, nombrando y removiendo a los ministros; un Congreso bicameral tendría una función colegisladora; la forma de gobierno territorial sería unitaria y se estableció una cierta posibilidad de descentralización. Entre 1932 y 1973, bajo esta Constitución, el sistema político se perfeccionó, posibilitando el acceso de los sectores medios y populares, llegando a formar una de las democracias más estables y legítimas de América. Este régimen institucional se vio interrumpido con el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973.

CONSTITUCIÓN DE 1980:
El ideólogo de la Constitución de 1980 fue Jaime Guzmán Errázuriz. Se ratificó a través de un plebiscito realizado el 11 de septiembre de 1980. Este acto se llevó a cabo bajo el estado de excepción constitucional, donde no existían partidos políticos, había restricciones a la libertad de expresión, sin registros electorales y sin un tribunal calificador de elecciones. El plebiscito resolvió tres materias: la permanencia del general Augusto Pinochet Ugarte como presidente de la República y de la Junta de Gobierno, con poderes constitucionales y legislativos por ocho años más; la aprobación de 29 disposiciones transitorias que regularían el estatuto del poder en los próximos ocho o nueve años; y, que el texto definitivo de la Constitución entraría en vigor en 1990.
En 1989, la Constitución de 1980 fue sometida a 54 reformas aprobadas en consenso entre el gobierno y la oposición democrática. Los aspectos fundamentales de la Constitución son los siguientes: el Estado está al servicio de la persona y su finalidad es promover el bien común; se reconoce el Estado de Derecho, se garantiza, protege y respeta la dignidad de toda persona y sus derechos inalienables; Chile es una república democrática semirrepresentativa, donde toda persona o grupo destinado a propagar doctrinas que atenten contra la familia y propugnen la violencia o una concepción de la sociedad, del Estado o del orden jurídico es ilícito y contrario al ordenamiento institucional de la República; acepta el pluralismo político siempre que se respeten los principios básicos del régimen democrático y constitucional; el Estado es unitario y se divide en trece regiones y a su vez en provincias y comunas respectivamente. La Constitución asegura derechos civiles, igualdad ante la ley y no se pueden establecer diferencias arbitrarias; del mismo modo, asegura derechos políticos, económicos, sociales y culturales, teniendo la posibilidad de solicitar recursos constitucionales como la reclamación de nacionalidad, el recurso de protección y el recurso de amparo.
El año 2005, bajo la presidencia de Ricardo Lagos Escobar, se realizaron una serie de reformas a esta constitución, plasmadas en lo que se conoce como texto refundido de la Constitución de 1980.

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