octubre 07, 2010

Guerra de Vietnam



LA NIÑA DE LA FOTO DE VIETNAM, EN ESPAÑA
Kim Phuc: 'El perdón es más poderoso que cualquier otra arma'

* El 8 de junio se cumplen 35 años de la imagen que mejor reflejó el horror de Vietnam
* La famosa niña es embajadora de la Unesco y dirige una fundación de ayuda a la infancia
* Estuvo 14 meses en el hospital y sufrió 17 operaciones por las quemaduras del napalm
* A pesar del tiempo transcurrido, aún sufre fuertes dolores en todo el cuerpo



MADRID.- La fotografía de una niña corriendo despavorida por una carretera, desnuda y abrasada por el napalm fue la imagen de la guerra de Vietnam. Y la que mejor ha reflejado el impacto de los conflictos en la infancia. Han pasado 35 años y Kim Phuc, la famosa niña de la foto, ha vuelto a recordar ese horror durante un acto de apoyo a la campaña 'Reescribamos el futuro', de Save the Children.

"El 8 de junio de 1972, todos estábamos escondidos en el templo. Los soldados escucharon a los aviones sobrevolando el lugar y gritaron, ¡corran, corran! Corrí con mis hermanos y mis primos, y cuando me quise dar cuenta había perdido mi ropa, y mi piel empezaba arder. El dolor era tan terrible que perdí la consciencia", ha relatado en un perfecto español la actual directora de una Fundación que lleva su nombre, que entonces tenía nueve años.

Kim sufrió quemaduras en el 65% de su cuerpo, pero Nick Ut, el fotógrafo vietnamita autor de la foto que dio la vuelta al mundo y ganó el Pulitzer en 1973, la recogió, la llevó a hospital y le salvó la vida. Permaneció hospitalizada 14 meses y ha sufrido 17 operaciones, pero sobrevivió.
'Me desmayaba del dolor'

"Yo no sabía lo que era el dolor. Me había caído de la bicicleta alguna vez, pero el napalm es lo peor que puedan imaginar. Es quemarte con gasolina por debajo de la piel. Me desmayaba cada vez que las enfermeras me metían en la tina y cortaban la piel muerta. Pero no morí. Dentro de mí había una niña pequeña y fuerte, que quería vivir", ha señalado.

Si no fuera por las cicatrices que deforman su cuerpo, al verla hoy con su sonrisa permanente y su buen humor, nadie imaginaría su drama personal.

Pero la recuperación no fue fácil. "Tuve lástima de mí misma. Quería ponerme camisetas de manga corta y no podía. Miraba mis brazos y me preguntaba ¿por qué a mí? Llegué a pensar que no tendría novio, ni me casaría, ni tendría un bebé", afirma Kim, quien asegura que logró superarlo "gracias al amor de mi familia y de Dios".

Una vez recuperada, su primer deseo fue volver a la escuela. Soñaba con ser doctora. Sin embargo, el Gobierno decidió convertirla en un icono propagandístico y tuvo que interrumpir sus estudios. "Los soldados venían a buscarme a clase para hacer entrevistas con periodistas extranjeros", explica.

Pero su deseo de aprender logró imponerse y obtuvo el permiso para seguir estudiando en la Universidad de La Habana, donde aprendió el español. Allí conoció a otro estudiante vietnamita, Bui Huy Toan, con el que se casó y se fue de luna de miel a Moscú. En su vuelo de regreso a la isla, la pareja desertó cuando su avión aterrizó en Canadá, donde actualmente residen con sus dos hijos, Tomás y Steven.
Embajadora de la paz

Una de las lecciones que ha aprendido con esta experiencia es a pedir perdón. Sólo al hablar de ello pierde la sonrisa. "Cuando leí la primer vez las palabras de Jesús 'amar a tus enemigos', no sabía como hacerlo. Soy humana, tengo mucho dolor, muchas cicatrices y he sido víctima mucho tiempo. Creí que sería imposible. Tuve que rezar mucho y no fue fácil, pero al final lo logré", afirma emocionada.

En 1996, la Fundación para la Memoria de los Veteranos de Vietnam la invitó a Washington y allí conoció a uno de los pilotos que participaron en el bombardeo de Trang Bang, su aldea. Kim Phuc le perdonó públicamente entre sollozos, convirtiéndose en el símbolo mundial de la reconciliación. "El perdón es más poderoso que cualquier arma del mundo", ha dicho.

Un año después fue nombrada Embajadora de Buena Voluntad por la UNESCO. En 1997 creó la Fundación Kim Phuc, que se dedica a ayudar con los niños víctimas de la guerra y la violencia en países como Timor, Rumanía o Afganistán, y a defender la educación como la mejor herramienta de futuro.

Según Save the Children hay 39 millones de niños afectados por conflictos armados que no reciben educación, a pesar de que una formación adecuada podría protegerles de males derivados de ella como las minas antipersona o los reclutamientos. La campaña de la ONG pretende proporcionar educación a 8 millones de niños antes de 2010.

La fotografía de Nick Ut ha controlado la vida de esta mujer, frágil como una flor de loto por fuera, pero con una voluntad interior de hierro. Cansada de intentar escapar, Kim decidió trabajar con esta imagen. "Mi foto es un símbolo de la guerra, pero mi vida es un símbolo de amor, esperanza y perdón".

A pesar del tiempo transcurrido, Kim Phuc sufre fuertes dolores de cabeza y corporales. "Me dan masajes y cremas y rezo mucho. Algunas veces me pongo a caminar y canto, para distraer mi mente", ha relatado esta heroína, que no ha dudado en entonar una melodía vietnamita, ante una audiencia estremecida por sus palabras.

http://www.elmundo.es/elmundo/2007/05/31/solidaridad/1180612712.html

Ho Chi Min


El derecho de vivir en paz



El derecho de vivir
poeta Ho Chi Minh,
que golpea de Vietnam
a toda la humanidad.
Ningún cañón borrará
el surco de tu arrozal.
El derecho de vivir en paz.

Indochina es el lugar
mas allá del ancho mar,
donde revientan la flor
con genocidio y napalm.
La luna es una explosión
que funde todo el clamor.
El derecho de vivir en paz.

Tío Ho, nuestra canción
es fuego de puro amor,
es palomo palomar
olivo de olivar.
Es el canto universal
cadena que hará triunfar,
el derecho de vivir en paz.

(Víctor Jara 1970)

Edad Moderna: esquemas e imágenes









octubre 05, 2010

Arte Medieval

El arte medieval
Época: Vida cotidiana
Inicio: Año 1000
Fin: Año 1500
Antecedente:
Vida cotidiana en la Plena y Baja Edad Media
Siguientes:
El arte románico
El arte gótico

En los casi cinco siglos que abarca la Plena y Baja Edad Media nos vamos a encontrar en Europa dos estilos claramente definidos que podrían considerarse evolutivos. Se trata del Románico y el Gótico, movimientos artísticos que tienen su nacimiento en Francia y que paulatinamente se van extendiendo por todo el continente con mayor o menor rapidez gracias a las peregrinaciones y los contactos existentes en la época. Si bien en cada zona tanto Románico como Gótico tienen elementos identificativos será Italia el lugar donde menor impacto se manifieste y por lo tanto será este lugar donde se produzca un desarrollo más rápido del arte renacentista. En otras zonas como España, en pleno siglo XVI aún se producen manifestaciones góticas lo que demuestra la diferente evolución cronológica de los territorios. Sin embargo, para unificar criterios podemos decir que el Románico abarcaría los siglos XI y XII mientras que el gótico se extendería por los siglos XIII y XIV, alcanzando en numerosos lugares el propio siglo XV cuando en Italia se está viviendo el Quattrocento.
Ambos estilos artísticos son eminentemente religiosos ya que es el momento en el que la Iglesia manifiesta con claridad su poder económico, político y espiritual. Las iglesias y catedrales inundan los espacios mientras que las edificaciones civiles gozan de menor monumentalidad artística aunque no de espectacularidad como se pone de manifiesto con los castillos y escasos palacios conservados.

El arte románico
Época: Vida cotidiana
Inicio: Año 1000
Fin: Año 1200
Antecedente:
El arte medieval

El origen del arte románico se sitúa en Francia e Inglaterra, siendo en Francia el país donde adquiere mayor desarrollo por lo que podría colocarse a la cabeza del estilo. La cronología abarcaría desde finales del siglo X hasta el XII, aunque en algunas zonas podría extenderse hasta el XIII.
La arquitectura románica es eminentemente religiosa y crea un tipo de templo abovedado, bastante uniforme, de interiores oscuros que mueven al recogimiento. No se aprovechan elementos constructivos ni decorativos de monumentos anteriores y la proporción clásica desaparece por completo. La planta preferida es la de cruz latina, con una o varias naves longitudinales que finalizan en una cabecera con ábsides. Una nave tranversal o crucero atraviesa las naves longitudinales mientras que si las naves laterales rodean la capilla mayor nos encontramos con la girola o deambulatorio, elemento típico de la iglesia de peregrinación cuyo objetivo es que los peregrinos contemplen las reliquias allí guardadas. La nave de crucero y las laterales suelen estar rematadas con capillas, habitualmente entre los contrafuertes, elementos externos que sirven para distribuir las presiones. El arco preferido es el de medio punto mientras que las bóvedas más utilizadas son las de cañón. La cúpula en el crucero y las de cuarto de esfera en los ábsides también son utilizadas. Los arcos suelen descansar en pilares cruciformes para sustentar los arcos de la bóveda.
La nave central es más elevada y en ella se horadan las ventanas que dan luminosidad al templo. Sobre las naves laterales se sitúa un segundo piso o tribuna que abre sus ventanas a la nave central. Sirve habitualmente para alojar a los peregrinos. El crucero suele estar cubierto con una bóveda más elevada o cimborrio. El campanario se ubica en diferentes lugares siendo el más habitual en la fachada principal.
Al exterior la puerta principal tiene un aspecto abocinado ya que está constituida por una serie de arcos o arquivoltas dispuestos de manera decreciente, decorados con estatuas. El arco de la puerta tiene un tímpano donde aparece la escena principal de la decoración: el Tetramorfos. En algunos lugares la decoración se extiende a toda la fachada del templo. Esta somera descripción de un prototipo de iglesia románica no impide que en las diferentes regiones se desarrollen elementos propios. Podemos encontrar diferentes escuelas, siendo las más destacadas la francesa -donde conviene señalar la catedral de Cahors, la iglesia de Santa Fe de Conques, Nuestra Señora la Grande de Poitiers o San Trófimo de Arlés-; la inglesa con las catedrales de Ely, Winchester, Durham y Gloucester; la italiana con el conjunto de Pisa, la iglesia de San Miniato el Monte de Florencia o la de San Ambrosio de Milán; la alemana con el ábside a los pies de la nave principal que se aprecia en la iglesia de Hildesheim; o la española con monumentos tan importantes como la catedral de Santiago de Compostela, la catedrales de Lérida y Jaca, la iglesia de San Isidoro de León, San Martín de Frómista o la catedral de Zamora, con su cimborrio de inspiración bizantina, por citar sólo unos cuantos ejemplos.
La escultura románica representa la reacción más completa frente al naturalismo clásico. Las figuras alcanzan una tremenda espiritualidad y la anatomía queda relegada a un segundo plano ya que los ropajes dominan al cuerpo. Sin embargo, el estilo alcanzará una significativa evolución que llegará al naturalismo gótico.
Los escultores románicos realizan su trabajo dependiendo por completo de la arquitectura. Deben adaptar sus figuras a las proporciones del templo por lo que la escultura adquiere monumentalidad. Gracias a esta adaptación, podemos hablar también de su función pedagógica ya que su objetivo es enseñar a los fieles el camino de la salvación y por ello aparecen en los relieves románicos numerosas figuras identificadas con el pecado. El hombre y la mujer medievales cuando se sitúan delante de una portada de la iglesia deben identificar cuales son las escenas que contemplan, convirtiéndose los templos en auténticas Biblias historiadas.
La escultura adquiere mayor relieve en la portada del templo, especialmente en el tímpano donde se sitúa el tema del Todopoderoso rodeado de los símbolos de los evangelistas -Tetramorfos-. Los veinticuatro ancianos contemplan la escena desde las arquivoltas. El Juicio Final o Cristo en una almendra mística son otros temas característicos del tímpano. Las arquivoltas y los capiteles también presentan esculturas al igual que las jambas donde aparecen grandes estatuas adosadas. El programa iconográfico puede extenderse al resto de la fachada como en Sangüesa o Ripoll o incluso a los capiteles historiados del interior.
El relieve es muy plano y las escenas de escasa complicación, apareciendo los ropajes ajustados al cuerpo, indicándose sumariamente los plegados de las telas con trazos sencillos. Con el tiempo el estilo manifiesta una apreciable evolución y las figuras adquieren mayor volumen mientras el aislamiento característico va siendo abandonado y aparece una mayor comunicación entre las figuras, comunicación que avanza ya el gótico. Las figuras de bulto redondo son bastante escasas, reduciéndose a la representación del Crucificado y de la Virgen con el Niño.
La pintura románica continúa con la actitud antinaturalista de etapas anteriores al igual que se mantiene la ausencia de perspectiva. El dibujo y los colores planos se yuxtaponen para crear intensos contrastes cromáticos. La figura centra toda la atención del artista y el fondo es liso. Líneas gruesas de color negro o rojo configuran la silueta de la figura mientras que el modelado de los rostros se consigue a base de manchas rojas redondeadas en mejillas, barba y frente. Al igual que la escultura, su ubicación en el templo también está esquematizada. El centro es la capilla mayor donde en la bóveda se representa al Cristo en Majestad rodeado de los evangelistas, aunque también puede aparecer la Virgen. La superficie cilíndrica del ábside está reservada a santos o profetas y en la parte del zócalo se sitúa una composición decorativa mientras en los muros laterales del templo se pintan historias distribuidas en grandes zonas subdivididas en cuadros. Buenos ejemplos de esta pintura románica se encuentran en Cataluña, especialmente las de las iglesias de Tahull, hoy en el Museo Nacional de Arte de Cataluña.

La evolución del Arte Románico nos ofrece el Gótico. Su nombre se debe al pintor manierista Giorgio Vasari que alude a este estilo como "gótico" al considerarlo de origen germánico y propio de godos, acentuando el aspecto despectivo de este arte anterior al Renacimiento. Cronológicamente el Gótico comprende desde los últimos años del siglo XII hasta entrado el siglo XVI. Su núcleo originario estaría en la Isla de Francia con Saint Denis de París y la catedral de Sens, hacia 1125.
A pesar de ser una continuación del Románico, en el Gótico se aprecian actitudes diferentes e incluso opuestas. Si el Románico es recogimiento, oscuridad, predominio de masas sobre vanos, el Gótico implica todo lo contrario, luz, color, elevación, expresividad, naturalismo. El abad Suger, promotor de la construcción de Saint Denis, recoge en sus pensamientos estas ideas que reflejan a la perfección el cambio sustancial que conlleva este estilo artístico, cambio que también se produce en la sociedad y en la economía.
El monumento donde el Gótico alcanza su máxima expresión es la catedral, lugar donde sienta cátedra el obispo. Es una edificio urbano y con esa concepción se levanta. Los cambios constructivos más importantes se manifiestan en la bóveda de crucería y el arbotante. La bóveda de crucería -derivada de la de arista- logra localizar sus empujes sobre cuatro puntos de arranque lo que permite cubrir todo tipo de espacios. El arbotante es una especie de puente que transmite las presiones desde el arranque de las bóvedas altas hasta los ligeros contrafuertes del exterior, permitiendo abrir mayores vanos en la fábrica del edificio. El arco apuntado, gracias a su verticalidad, permite elevar la altura del edificio. Con estos tres elementos los arquitectos góticos revolucionan la construcción.
La planta del templo gótico experimenta cambios especialmente en la zona de la cabecera ya que las capillas, los ábsides y las girolas dejan de ser semicirculares para hacerse poligonales. La tribuna románica se convierte en el triforio, simple galería a través de los pilares. La bóveda de crucería motivará la utilización de gruesos pilares con columnas adosadas o simples molduras que recuerdan a las columnas. Otra importante diferencia se manifiesta en la decoración al ser el gótico más austero como respuesta a la reacción que implica la orden del Cister. Por lo demás se trata de una planta de cruz latina con un número impar de naves -generalmente tres pero es posible también que tengan cinco- con la nave mayor más elevada y las laterales en altura decreciente. Las puertas de acceso al templo suelen colocarse en los brazos y pies de la cruz, continuando con el abocinamiento románico solo que ahora los arcos son apuntados. Los tímpanos continúan siendo decorados aunque ahora se distribuyen las figuras en zonas horizontales mientras las figuras de las arquivoltas se disponen en el sentido de la curva. La forma apuntada de la portada suele completarse con el gablete o moldura angular que la corona. Sobre la portada encontramos el rosetón que aporta iluminación y cromatismo al interior del templo. Al existir mayor espacio libre de piedra, las ventanas adquieren gran importancia y en el interior de los vanos se aprecian tracerías caladas que se rellenan con vidrieras policromadas. Pero quizá lo que resulte más destacable es la altura alcanzada por los arquitectos en sus construcciones.
El Gótico, como todos los estilos artísticos, ofrece variantes regionales. Como ejemplos podemos hablar de la escuela francesa donde destacan las catedrales de Notre-Dame de París, Sens, Chartes, Laon, Reims y Amiens o la Saint-Chapelle levantada por san Luis ; la española con las catedrales de León, Burgos, Toledo, Gerona, Barcelona o Sevilla; la portuguesa con los monasterios de Belem y Batalha o la iglesia de la Orden de Cristo en Thomar; la alemana con las catedrales de Colonia, Estrasburgo o Ulm; la inglesa con las catedrales de Gloucester, Salisbury o Lincoln; o la escuela italiana, más particular e incluso reaccionando en ocasiones contra el Gótico tradicional como en la catedral de Santa María de las Flores de Florencia, mientras que la catedral de Milán es la más cercana al Gótico Europeo.
Debemos hacer una mención especial a los edificios civiles que se desarrollan en el periodo gótico siendo buenos ejemplos los ayuntamientos de Bruselas y Lovaina, la Lonja de los Paños de Ypres o las de Palma y Barcelona, el palacio de la Signoria de Florencia o el de los Dux de Venecia, o el castillo de Bellver en Mallorca.
La escultura gótica está definida por el interés hacia la naturaleza manifestado por los artistas. Conserva el carácter monumental y grandioso de herencia románica pero las figuras están dotadas de mayor expresividad, abandonando la deshumanización. Ahora reflejan sentimientos y la Virgen y el Niño dialogan mientras que el Crucificado se retuerce de dolor. Este afán expresivo llevará al artista gótico a interesarse por la anécdota y lo secundario, tratando en ocasiones lo satírico incluso lo obsceno.
Podemos hablar de varias etapas en el desarrollo escultórico del Gótico, siendo la primera de composiciones grandiosas y claras, con escasos pliegues angulosos en los ropajes. A mediados del siglo XIV las figuras se hacen más alargadas y aumentan las curvas, especialmente en los ropajes. Ya en el siglo XV encontramos cierta reacción hacia la curva y la figura humana se hace más naturalista, convirtiéndose los rostros en auténticos retratos. En el relieve se introduce el paisaje hacia el siglo XV.
Las escenas y figuras continúan decorando portadas y capiteles pero ahora se incorporan los retablos, sillerías de coro y sepulcros, siendo en estos lugares donde la escultura gótica alcanzará su punto culminante.
Debido al escaso desarrollo del muro, la pintura gótica tiene su primera ubicación en las vidrieras y en las miniaturas de los códices. Este primer estilo se denomina Lineal ya que manifiesta una especial atracción hacia las líneas que definen los contornos. El Gótico Lineal abarca todo el siglo XIII y los comienzos del XIV momento en el que se desarrolla un nuevo estilo llamado Gótico Italiano donde las escuelas de Siena - con Duccio, Simone Martini y los Lorenzetti- y Florencia -donde destaca la figura de Giotto, verdadero precursor del Renacimiento- alcanzan cotas sublimes. Gracias al desarrollo económico y la proliferación de gremios que compiten en la decoración de sus capillas se produce un importante auge de la pintura. A finales del siglo XIV se desarrolla el Estilo Internacional donde las influencias italianas se funden con las francesas y flamencas, obteniendo más que interesantes resultados. Durante el siglo XV dos regiones incorporarán fundamentales aportaciones a la pintura, abandonando el estilo gótico y acercándose al Renacimiento: Italia donde se desarrolla el Quattrocento y Flandes donde la pintura flamenca aporta grandes dosis de realismo y detallismo.

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Guerra Fría

1 INTRODUCCIÓN

Guerra fría, disputa que enfrentó después de 1945 a Estados Unidos y sus aliados, de un lado, y al grupo de naciones lideradas por la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), del otro. No se produjo un conflicto militar directo entre ambas superpotencias, pero surgieron intensas luchas económicas y diplomáticas. Los distintos intereses condujeron a una sospecha y hostilidad mutuas enmarcadas en una rivalidad ideológica en aumento.

2 ANTECEDENTES

Estados Unidos y Rusia iniciaron sus enfrentamientos en 1917, cuando los revolucionarios tomaron el poder, creando la Unión Soviética, y declararon la guerra ideológica a las naciones capitalistas de Occidente. Estados Unidos intervino en la Guerra Civil rusa enviando unos 10.000 soldados entre 1918 y 1920 y después se negó a reconocer el nuevo Estado hasta 1933. Los dos países lucharon contra Alemania durante la II Guerra Mundial, pero esta alianza comenzó a disolverse en los años 1944 y 1945, cuando el líder ruso Iósiv Stalin, buscando la seguridad soviética, utilizó al Ejército Rojo para controlar gran parte de la Europa Oriental. El presidente estadounidense Harry S. Truman se opuso a la política de Stalin y trató de unificar Europa Occidental bajo el liderazgo estadounidense. La desconfianza aumentó cuando ambas partes rompieron los acuerdos obtenidos durante la Guerra Mundial. Stalin no respetó el compromiso de realizar elecciones libres en Europa Oriental. Truman se negó a respetar sus promesas de envío de indemnizaciones desde la Alemania derrotada para ayudar a la reconstrucción de la Unión Soviética, devastada por la guerra.

3 MANIOBRAS Y CONTRAMANIOBRAS

Los funcionarios estadounidenses, preocupados por la presión soviética en Irán y Turquía, interpretaron un discurso de 1946 realizado por Stalin como la declaración de la guerra ideológica a Occidente. En 1947 el presidente propuso la denominada Doctrina Truman, que tenía dos objetivos: enviar ayuda estadounidense a las fuerzas anticomunistas de Grecia y Turquía, y crear un consenso público por el cual los estadounidenses estarían dispuestos a combatir en un supuesto conflicto. Alcanzó ambos objetivos. Ese mismo año, el periodista Walter Lippmann popularizó el término Guerra fría en un libro así titulado. En el Congreso estadounidense hubo una serie de interrogatorios a los que se dio gran publicidad sobre las actividades procomunistas en Estados Unidos. El investigador más conocido, el senador Joseph Raymond McCarthy, dio nombre a una era de intenso anticomunismo. En 1948 los Estados Unidos lanzaron el Plan Marshall (Programa de Recuperación Europea), dotado de 13.000 millones de dólares para reconstruir Europa Central y Occidental. Cuando Stalin respondió aumentando su control sobre Europa Oriental y amenazando la posición de Occidente en Alemania, Truman ayudó a crear una alianza militar —la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN)— y a establecer una Alemania Occidental independiente.

La Guerra fría aumentó en los años 1949 y 1950, cuando los soviéticos llevaron a cabo su primera explosión de una bomba atómica y los comunistas de China conquistaron todo el país. Éstos firmaron una alianza con Stalin, pero Estados Unidos se negó a reconocer al nuevo régimen. En Japón, entonces bajo control estadounidense, se aceleró el desarrollo económico para luchar contra el comunismo asiático. Cuando Corea del Norte, comunista, invadió Corea del Sur en 1950, Truman envió al ejército estadounidense a la acción. El conflicto, conocido como guerra de Corea, concluyó tres años después con una tregua que dejó la frontera anterior a la guerra. En 1953 Stalin murió y Truman abandonó su cargo, pero ambas partes siguieron su lucha por Europa. La URSS intentó proteger a la Alemania Oriental comunista de una importante pérdida de población construyendo el que pasaría a ser denominado Muro de Berlín en 1961. Cada superpotencia también intentó influir en las nacientes naciones de Asia, África, Oriente Próximo y Latinoamérica. En América del Sur, el Caribe y en América Central tanto los movimientos insurgentes como los permanentes golpes de Estado estuvieron, muchas veces, enmarcados en este conflicto. La Doctrina de la Seguridad Nacional surgida en la década de 1960 influyó en toda Sudamérica, produciendo permanentes violaciones de los derechos humanos. En 1962 surgió una grave crisis cuando la URSS instaló misiles en Cuba, por aquellos años su nuevo aliado. El presidente John Fitzgerald Kennedy amenazó con represalias nucleares y los soviéticos retiraron los misiles a cambio de la promesa de aquél de no invadir Cuba. La crisis de los misiles produjo desencuentros en el seno de la Organización de Estados Americanos (OEA).

Calmados por esta crisis, los soviéticos también se debilitaron cuando los dirigentes chinos se separaron de Moscú y los europeos del Este comenzaron a mostrar su descontento. El nacionalismo demostraba ser más fuerte que el comunismo. Mientras tanto, Estados Unidos estaba luchando en la guerra de Vietnam, sangrienta acción militar en un fallido esfuerzo por conservar Vietnam del Sur. Además, la superioridad económica de posguerra de Estados Unidos fue retada por Japón y Alemania Occidental (República Federal de Alemania). Hacia 1973 las dos superpotencias enfrentadas acordaron una política de distensión; fue un intento de detener la costosa carrera armamentista y frenar su competencia política, militar y económica en el Tercer Mundo. Sin embargo, la distensión duró hasta 1980, cuando tropas soviéticas invadieron Afganistán para salvar el régimen marxista gobernante. El recién elegido presidente estadounidense Ronald Reagan inició una gran concentración de armas y nuevos retos para los grupos apoyados por los soviéticos en las naciones emergentes.

4 FIN DE LA GUERRA FRÍA

En 1985 Mijaíl Gorbachov, representante de una nueva generación de líderes soviéticos, llegó al poder en la URSS. Él y Reagan acordaron reducir la presencia de las superpotencias en Europa y moderar la competencia ideológica en el mundo entero. Las tensiones se redujeron cuando se retiraron las tropas soviéticas de Afganistán. A principios de la década de 1990 Gorbachov cooperó en gran medida con los esfuerzos militares estadounidenses para derrotar la agresión de Irak en Oriente Próximo. La Guerra fría terminó en Europa cuando las recién liberadas naciones de Europa Oriental eligieron gobiernos democráticos y se unificó Alemania, se detuvo la carrera armamentista y la competencia ideológica cesó al ponerse en duda el comunismo. El presidente estadounidense George Bush declaró la necesidad de un ‘nuevo orden mundial’ para sustituir la rivalidad de las superpotencias que había dividido el mundo y alimentado la Guerra fría.

En mayo de 1997, tuvo lugar la firma de un acuerdo histórico entre Rusia, presidida por Borís Yeltsin, y la OTAN, cuyo secretario general era el español Javier Solana, que permitía la ampliación de este organismo a los países del antiguo bloque soviético sin que aquel Estado lo considerase un acto hostil. Dicho acuerdo, recogido en el Acta fundacional sobre las relaciones mutuas de cooperación y seguridad entre la OTAN y la Federación Rusa (ratificado el 27 de mayo en París), suponía que dicho organismo y dicho Estado dejaban de considerarse adversarios, razón por la cual numerosos analistas lo consideraron el fin definitivo de la Guerra fría.

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La Edad Moderna

1 INTRODUCCIÓN
Edad moderna, periodo histórico que, según la tradición historiográfica europea y occidental, se enmarca entre la edad media y la edad contemporánea. La edad moderna, como convencionalismo historiográfico —así como las connotaciones del término moderno, utilizado por primera vez por el erudito alemán de finales del siglo XVII Cristophorus Cellarius—, responde en su origen a una concepción lineal y optimista de la historia y a una visión eurocentrista del mundo y del desarrollo histórico. A pesar de ser aceptada comúnmente en los medios académicos occidentales como marco referencial, será objeto de una amplia reflexión entre los historiadores a lo largo del siglo XX en torno a su amplitud y sus límites cronológicos, sus escenarios geográficos, su alcance semántico y los fundamentos de la modernidad, entre sus aspectos esenciales.
2 LOS LÍMITES ESPACIALES Y CRONOLÓGICOS DEL MUNDO MODERNO
El prisma eurocentrista desde el que se concibe la edad moderna es la consecuencia de la valoración que el pensamiento europeo-occidental ha hecho de unos procesos básicos y característicos de la cristiandad occidental a lo largo de un dilatado periodo de tiempo. En este sentido, la geografía de la modernidad estará delimitada por Europa, concretamente Europa occidental, y por la magnitud de la expansión de su civilización desde el inicio de los tiempos modernos.
Pero la conceptualización del mundo moderno y sus límites espaciales y cronológicos son objeto de diferentes aproximaciones desde la propia historiografía de Europa occidental. La historiografía tradicional francesa, por su lado, considera que la edad moderna transcurre entre los siglos XVI y XVIII, situando sus comienzos en torno a la caída de Constantinopla en 1453, al descubrimiento de América en 1492 y al fenómeno cultural del renacimiento, en tanto que emplaza su final en el derrumbamiento de la vieja monarquía y el proceso revolucionario iniciado en 1789 (Revolución Francesa), con el que se iniciaba la contemporaneidad. En cambio, en la historiografía anglosajona el término ‘moderno’ hace referencia a un periodo más prolongado y móvil. En consecuencia, la duración de los tiempos modernos tradicionalmente se ha situado tras el renacimiento, hacia el año 1600, y su final tiende a prolongarse en el tiempo hasta el siglo XX. La delimitación de su ocaso puede variar según las diferentes historiografías, en virtud del propio ritmo histórico de cada pueblo: por ejemplo, en 1848, en las naciones de Europa central; o en 1917 para Rusia.
De cualquier modo, y aunque la historiografía occidental ha tendido a situar la edad moderna entre los siglos XVI y XVIII, la consideración de acontecimientos puntuales de singular relieve en modo alguno son significativos sin la valoración de los procesos de cambio a nivel estructural en el devenir de las sociedades. Así, los inicios de la edad moderna difícilmente pueden ser comprensibles sin atender al despertar del mundo urbano en Occidente desde el siglo XIII, al clima de intenso debate religioso que preludia la Reforma iniciada en el siglo XVI, a los primeros síntomas de cambio en los comportamientos de la economía hacia formas precapitalistas o al proceso de conformación de los primeros estados modernos desde finales del siglo XV. Del mismo modo, el final de la edad moderna habrá de ser igualmente flexible en virtud de los procesos constitutivos de la quiebra y desintegración del Antiguo Régimen, cuya transición tendrá un ritmo y una duración variable según las diferentes realidades históricas de cada pueblo, y que grosso modo podemos dilatar desde finales del siglo XVIII hasta el siglo XIX, y aún en algunos casos hasta el propio siglo XX. En consecuencia, las transiciones hacia la modernidad y hacia el fin de la misma diluyen sus límites tanto en el medievo como en la contemporaneidad.
3 LOS RASGOS ESENCIALES DE LA MODERNIDAD
La modernidad en su origen y en su esencia es un fenómeno europeo, pero la emergencia, extraversión y expansión de Europa le conferirán una dimensión mundial, a través de la presencia y la interacción de los europeos con otras civilizaciones de ultramar.
Como fenómeno esencialmente europeo los rasgos de la modernidad ilustran unas pautas de cambio profundo en la configuración del universo social, no sin variaciones según los diferentes pueblos de Europa. En el ámbito de las creencias, el hecho más elocuente del inicio de la modernidad es la quiebra de la unidad cristiana en Europa central y occidental, precedido del agitado caldo de cultivo de las herejías y las contestaciones críticas a la Iglesia romana en la baja edad media y que culmina en la Reforma protestante y el inicio de un largo ciclo de las guerras de Religión desde principios del siglo XVI. Asimismo, la secularización del saber, la consolidación de la ciencia y el avance del librepensamiento, basados en el pilar de la razón, generarán actitudes críticas hacia las religiones reveladas.
Estos cambios en la atmósfera cultural y su manifestación en los avances tecnológicos revolucionarán los hábitos materiales de las sociedades europeas y su visión y relación con el entorno a escala planetaria. Los nuevos inventos, en la navegación y en el campo militar, por citar dos ejemplos, facilitarán los descubrimientos geográficos y la apertura de nuevas rutas de navegación hacia los mercados de Extremo Oriente y hacia el Nuevo Mundo. En un plano más amplio, el nuevo marco cultural perfilado en el renacimiento y el humanismo generarán un escenario en el desarrollo del saber donde el hombre ocuparía un lugar central, cuya proyección alcanzaría su más elocuente forma de expresión en el espíritu de la Ilustración en el siglo XVIII y la configuración de Europa como paradigma de la modernidad.
Desde una perspectiva socioeconómica, la lenta pero progresiva implantación de formas protocapitalistas, vinculadas al desarrollo del mundo urbano desde los siglos XII y XIII, y el creciente peso de la actividad mercantil y artesanal en unas sociedades todavía agrarias, irán definiendo los rasgos de la sociedad capitalista. Aquellas transformaciones económicas transcurrirán paralelas al proceso de expansión de la actividad económica de los europeos en otros mercados mundiales, bien ejerciendo unas relaciones de explotación sobre sus dependencias coloniales o bien en un plano más igualitario, en primera instancia, en otras áreas del globo, como expresión de la emergencia mundial de las potencias europeas. Asimismo, conviene observar la traslación del eje de la actividad económica, y también geopolítica, desde el Mediterráneo, que no obstante seguirá jugando un papel crucial en la historia de los europeos en su relación con ultramar, hacia el Atlántico.
Las transformaciones económicas transcurrieron parejas e indisociables a ciertos cambios en la estructura social del Antiguo Régimen. Entre éstos, el protagonismo de nuevos grupos sociales muy dinámicos en su comportamiento, tradicionalmente asimilados al complejo concepto de burguesía, los cuales recurrirán a distintas estrategias tanto de corte reformista como revolucionario para su promoción social y política y la salvaguardia de sus intereses económicos. Movimientos que no conviene simplificar y superponer a otros fenómenos sociales que atañen a otros sectores de la población, tanto agraria como urbana, de carácter más revolucionario, como se pueden observar en el siglo XVII en el marco de la revolución inglesa; o las estrategias de los grupos tradicionales de poder para frenar o neutralizar esos movimientos mediante la cooptación de esa burguesía emergente o mediante el recurso a prácticas represivas. De cualquier modo, estas pautas de transformación social conducirían con mayor o menor celeridad y con las peculiaridades propias de cada sociedad a la antesala del ciclo de revoluciones burguesas que se iniciaría desde finales del siglo XVIII y que supondría, en términos generales, el desmantelamiento del Antiguo Régimen.
Desde la perspectiva política, el fenómeno más relevante es la configuración del Estado moderno, las primeras monarquías nacionales, las cuales se irán abriendo paso a medida que se diluya la idea medieval de imperio cristiano a lo largo de las luchas de religión del siglo XVI. El nacimiento del Estado moderno concretará la expresión de nuevas formas en la organización del poder, como la concentración del mismo en el monarca y la concepción patrimonialista del Estado, la generación de una burocracia y el crecimiento de los instrumentos de coacción, mediante el incremento del poder militar, o la aparición y consolidación de la diplomacia, conjuntamente al desarrollo de una teoría política ad hoc. Fórmulas que culminarían en el Estado absolutista del siglo XVII o en los despotismos ilustrados del siglo XVIII, pero que no pueden ocultar la complejidad de la realidad política europea y el desarrollo de modelos de gobierno alternativos, como las formas parlamentarias que se fueron implantado desde el siglo XVII en Inglaterra, y que vaticinan en la práctica y en sus teorizaciones el posterior desarrollo del liberalismo.
En su dimensión internacional, la emergencia y la configuración de la Europa moderna perfilará una nueva visión y una inédita actitud hacia el mundo, y en esa perspectiva la modernidad implica el inicio de los encuentros, y también desencuentros, con otras civilizaciones a lo largo del globo.
Los descubrimientos geográficos y las nuevas posibilidades habilitadas por las innovaciones técnicas transformarán radicalmente la visión que del mundo tendrían los europeos. Un cambio de actitud que conjuntamente con las transformaciones socioeconómicas, culturales y políticas llevará a los europeos a expresar su extraversión hacia ultramar y concretar en el plano internacional la emergencia de Europa. En ese proceso, los europeos entrarán en contacto con otros mundos y con otras civilizaciones, no siempre con un ánimo dialogante, sino con la pretensión de imponer sus formas de civilización, o dicho de otro modo, con la intención de crear otras Europas, siempre que encontraran las circunstancias adecuadas para hacerlo. Es cierto que en el caso de América, el Nuevo Mundo se convirtió en el punto de destino de las utopías del viejo continente, pero en el plano general de la política europea hacia estas áreas, como más adelante ocurriría con la expansión europea por otros continentes, se plantearía en términos de desigualdad en favor de las metrópolis europeas.
Por último, la emergencia y la progresiva hegemonía mundial europea acabaría influyendo en el desarrollo de las relaciones internacionales, en la misma proporción que su expansión por el globo, aún lejos a finales del siglo XVIII de lo que sería la culminación de las prácticas imperialistas y de la hegemonía europea en vísperas de la I Guerra Mundial. La crisis del universalismo imperial y pontificio (la Christianitas medieval) entre los siglos XIV y XVI dejará paso a una nueva realidad internacional europea definida por el protagonismo de los estados modernos, la pluralidad de los estados soberanos, y la configuración del ‘sistema de estados europeos’, cuya acta de nacimiento bien puede datarse en la Paz de Westfalia de 1648. Los estados, y concretamente las grandes monarquías europeas de los siglos XVII y XVIII, serán el elemento predominante en las relaciones internacionales de la edad moderna y al designio de éstos quedará relegadas la suerte de las posesiones europeas de ultramar y las posibilidades de penetración en otros mercados extraeuropeos.
4 CAMBIOS Y PERMANENCIAS EN EL MUNDO MODERNO
Buena parte de la historiografía modernista sigue manteniendo una división trifásica de la evolución de dicho periodo histórico, aunque introduciendo matices y observaciones que se han ido suscitando a medida que se ha ido revisando la historiografía tradicional occidental. En este sentido, se distingue un primer periodo, ajustado a un “largo siglo XVI”, entre mediados del siglo XV y las últimas décadas del siglo XVI, de nacimiento de los tiempos modernos y en el que se comienzan a manifestar con notoria claridad los rasgos de la nueva época y la disolución del mundo medieval; un periodo de reajuste y crisis, entre las últimas décadas del siglo XVI y las décadas centrales de la segunda mitad del siglo XVII, marcado por tensiones sociales y económicas de desigual impacto en los diferentes estados, reajustes en la correlación de fuerzas entre las potencias europeas a lo largo de la guerra de los Treinta Años, y de cambios importantes en las fórmulas de organización del poder en los estados; y una tercera etapa, iniciada en las décadas finales del siglo XVII hasta las últimas décadas del siglo XVIII, con el inicio del ciclo revolucionario, caracterizado por la recuperación económica y demográfica, aunque en algunos casos perdurará el estancamiento, el desarrollo del espíritu de la Ilustración y la consolidación de dos modelos políticos (el despotismo o el absolutismo ilustrado) y la monarquía parlamentaria inglesa, junto a otros factores indicativos de cambio en términos político-ideológicos, como la Independencia estadounidense y la Revolución Francesa, o en términos socioeconómicos a raíz de las primeras manifestaciones de la industrialización en Inglaterra.
Pero en la consideración crítica de los cambios y los rasgos de la modernidad se ha de ser extremadamente cauteloso al estudiar las diferentes realidades históricas de los pueblos y los estados, considerando su propia idiosincrasia y su propio ritmo evolutivo, tanto dentro como fuera del ámbito europeo. Y asimismo, se ha de considerar el alcance social de los cambios y la inercia de las permanencias, puesto que a lo largo de la edad moderna es mucho más lo que permanece que lo que cambia respecto a la edad media, si apreciamos la estructura y los comportamientos demográficos, la naturaleza agraria de las sociedades europeas, o la naturaleza de las relaciones sociales en el marco de la sociedad estamental. La misma apreciación se puede plantear para definir los límites de la edad moderna y el inicio de la contemporaneidad en virtud de la pervivencia del Antiguo Régimen, a raíz de las pautas de cambio y continuidad en las esferas económica, social, político-ideológica y cultural, en los diferentes pueblos y dentro de las mismas sociedades nacionales.

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