mayo 15, 2010

Dioses egipcios

Dioses del antiguo Egipto

Amón Dios de origen tebano, supremo creador, identificado con Ra. Se lo suele representar como un carnero o como un hombre con cabeza de carnero.

Anubis Dios de los muertos y del embalsamamiento. Se lo representa como un hombre con cabeza de chacal, o como un perro o chacal tendido junto a una tumba o a los pies de Isis.

Atón Originariamente era Ra. El faraón Ajnatón le dio un nuevo nombre y lo proclamó el único dios de Egipto. Se lo representa como el disco solar con largos rayos que acaban en manos.

Bastet Diosa del amor y la fertilidad, hermana de Ra. A veces se la representa como una mujer con cabeza de gato o de otro felino.

Hator Diosa del cielo y de la fertilidad. Era hija de Ra y esposa de Horus. Se la representa como una vaca con el disco solar en la testuz o como una mujer con cabeza de vaca y el disco solar.

Horus Dios del cielo; hijo de Osiris y de Isis y esposo de Hator. La mayoría de las veces aparece representado como un halcón o como un hombre con cabeza de halcón.

Imhotep Mortal deificado y considerado hijo de Ptha. Protector de los escribas y de la medicina. Se lo suele representar como un sacerdote con la cabeza rasurada y con un papiro sobre sus rodillas.

Isis Diosa madre de Egipto, también de la magia y de la fertilidad. Esposa y hermana de Osiris y madre de Horus. Aparece representada con frecuencia como una mujer sentada en un trono con el disco solar en la cabeza, o de pie con cuernos de vaca en la cabeza. También aparece amamantando a un niño pequeño, que es Horus.

Maat Diosa de las leyes, la verdad y la justicia. Es hermana de Ra y esposa de Thot. Se la representa como una mujer con una pluma de avestruz en la mano, pluma que era la utilizada por Osiris como medida para pesar el alma del difunto.

Mut Reina de todos los dioses y madre de todas las cosas creadas, esposa de Amón. Aparece muchas veces como una mujer con cabeza de buitre y su nombre escrito en un ideograma.

Nut Diosa del cielo, entendido como bóveda celeste. Se la representa como una mujer desnuda y enorme, cuya espalda arqueada cubre la tierra.

Osiris Dios principal de la muerte, marido de Isis e hijo de Horus. Muy a menudo aparece como un hombre con barba y el cuerpo vendado a la manera de una momia. Lleva también la corona del Alto Egipto y en sus manos los símbolos del poder: el cayado y el látigo.

Ptah Dios creador primigenio, protector de artesanos y orfebres. Se lo representa como una momia que lleva en las manos el ankh (símbolo de la vida) y un cetro.

Ra Dios creador y personificación del Sol. Suele aparecer como un hombre con cabeza de halcón o de toro y también tocado por el disco solar.

Sekhmet Diosa de la guerra y de las luchas, hermana de Ra y esposa de Ptah. Se la suele representar como una leona o como una mujer con cabeza de leona.

Set Dios del caos y de lo aciago, personificación del desierto total. A menudo se lo representa como una bestia enorme o como un hombre con cabeza de monstruo. También se lo asocia con el cocodrilo, el hipopótamo y los animales que habitan en el desierto.

Thot Dios de la Luna y medidor del tiempo, escriba de los dioses, señor de la magia y la sabiduría y deidad universal. Su apariencia suele ser la de un hombre con cabeza de ibis, la de un ibis o la de un mandril con cabeza de perro.


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Hitler

Adolf Hitler

Máximo dirigente de la Alemania nazi (Braunau, Bohemia, 1889 - Berlín, 1945). Hijo de un aduanero austriaco, su infancia transcurrió en Linz y su juventud en Viena. La formación de Adolf Hitler fue escasa y autodidacta, pues apenas recibió educación. En Viena (1907-13) fracasó en su vocación de pintor, malvivió como vagabundo y vio crecer sus prejuicios racistas ante el espectáculo de una ciudad cosmopolita, cuya vitalidad intelectual y multicultural le era por completo incomprensible.

De esa época data su conversión al nacionalismo germánico y al antisemitismo. En 1913 Adolf Hitler huyó del Imperio Austro-Húngaro para no prestar servicio militar; se refugió en Múnich y se enroló en el ejército alemán durante la Primera Guerra Mundial (1914-18). La derrota le hizo pasar a la política, enarbolando un ideario de reacción nacionalista, marcado por el rechazo del nuevo régimen democrático de la República de Weimar, a cuyos políticos acusaba de haber traicionado a Alemania aceptando las humillantes condiciones de paz del Tratado de Versalles (1918).

De vuelta a Múnich, Hitler ingresó en un pequeño partido ultraderechista, del que pronto se convertiría en dirigente principal, rebautizándolo como Partido Nacionalsocialista de los Trabajadores Alemanes (NSDAP). Dicho partido se declaraba nacionalista, antisemita, anticomunista, antisocialista, antiliberal, antidemócrata, antipacifista y anticapitalista, aunque este último componente revolucionario de carácter social quedaría pronto en el olvido; este abigarrado conglomerado ideológico, fundamentalmente negativo, se alimentaba de los temores de las clases medias alemanas ante las incertidumbres del mundo moderno. Influenciado por el fascismo de Mussolini, este movimiento, adverso tanto a lo existente como a toda tendencia de progreso, representaba la respuesta reaccionaria a la crisis del Estado liberal que la guerra había acelerado.

Sin embargo, Hitler tardaría en hacer oír su propaganda. En 1923 fracasó en un primer intento de tomar el poder desde Múnich, apoyándose en las milicias armadas de Ludendorff («Putsch de la Cervecería»). Fue detenido, juzgado y encarcelado, aunque tan sólo pasó en la cárcel un año y medio, tiempo que aprovechó para plasmar sus estrafalarias ideas políticas en un libro que tituló Mi lucha y que diseñaba las grandes líneas de su actuación posterior.

De nuevo en libertad desde 1925, Hitler reconstituyó el NSDAP expulsando a los posibles rivales y se rodeó de un grupo de colaboradores fieles como Goering, Himmler y Goebbels. La profunda crisis económica desatada desde 1929 y las dificultades políticas de la República de Weimar le proporcionaron una audiencia creciente entre las legiones de parados y descontentos dispuestos a escuchar su propaganda demagógica, envuelta en una parafernalia de desfiles, banderas, himnos y uniformes.

Combinando hábilmente la lucha política legal con el uso ilegítimo de la violencia en las calles, los nacionalsocialistas o nazis fueron ganando peso electoral hasta que Hitler -que nunca había obtenido mayoría- se hizo confiar el gobierno por el presidente Hindenburg en 1933.

Desde la Cancillería, Hitler destruyó el régimen constitucional y lo sustituyó por una dictadura de partido único basada en su poder personal. El Tercer Reich así creado fue un régimen totalitario basado en un nacionalismo exacerbado y en un complejo de superioridad racial sin fundamento científico alguno (basado en estereotipos que contrastaban con la ridícula figura del propio Hitler).

Tras la muerte de Hindenburg, Hitler se hizo nombrar Führer o «caudillo» de Alemania y se hizo prestar juramento por el ejército. La sangrienta represión contra los disidentes culminó en la purga de las propias filas nazis durante la «Noche de los Cuchillos Largos» (1934) y la instauración de un control policial total de la sociedad, mientras que la persecución contra los judíos, iniciada con las racistas Leyes de Núremberg (1935) y con el pogromo conocido como la «Noche de los Cristales Rotos» (1938) culminó con el exterminio sistemático de los judíos europeos a partir de 1939 (la «Solución Final»).

La política internacional de Hitler fue la clave de su prometida reconstitución de Alemania, basada en desviar la atención de los conflictos internos hacia una acción exterior agresiva. Se alineó con la dictadura fascista italiana, con la que intervino en auxilio de Franco en la Guerra Civil española (1936-39), ensayo general para la posterior contienda mundial; y completó sus alianzas con la incorporación del Japón en una alianza antisoviética (Pacto Antikomintern, 1936) hasta formar el Eje Berlín-Roma-Tokyo (1937).

Militarista convencido, Hitler empezó por rearmar al país para hacer respetar sus demandas por la fuerza (restauración del servicio militar obligatorio en 1935, remilitarización de Renania en 1936); con ello reactivó la industria alemana, redujo el paro y prácticamente superó la depresión económica que le había llevado al poder.

Luego, apoyándose en el ideal pangermanista, reclamó la unión de todos los territorios de habla alemana: primero se retiró de la Sociedad de Naciones, rechazando sus métodos de arbitraje pacífico (1933); luego forzó el asesinato de Dollfuss (1934) y el Anschluss o anexión de Austria (1938); a continuación invadió la región checa de los Sudetes y, tras engañar a la diplomacia occidental prometiendo no tener más ambiciones (Conferencia de Múnich, 1938), ocupó el resto de Checoslovaquia, la dividió en dos y la sometió a un protectorado; aún se permitió arrebatar a Lituania el territorio de Memel (1939).

Pero, cuando el conflicto en torno a la ciudad libre de Danzig le llevó a invadir Polonia, Francia y Gran Bretaña reaccionaron y estalló la Segunda Guerra Mundial (1939-45). Hitler había preparado sus fuerzas para esta gran confrontación, que según él habría de permitir la expansión de Alemania hasta lograr la hegemonía mundial (Protocolo Hossbach, 1937); en previsión del estallido bélico había reforzado su alianza con Italia (Pacto de Acero, 1939) y, sobre todo, había concluido un Pacto de no-agresión con la Unión Soviética (1939), acordando con Stalin el reparto de Polonia.

El moderno ejército que había preparado obtuvo brillantes victorias en todos los frentes durante los primeros años de la guerra, haciendo a Hitler dueño de casi toda Europa mediante una «guerra relámpago»: ocupó Dinamarca, Noruega, Holanda, Bélgica, Luxemburgo, Francia, Yugoslavia, Grecia. (mientras que Italia, España, Hungría, Rumania, Bulgaria y Finlandia eran sus aliadas, y países como Suecia y Suiza declaraban una neutralidad benévola).

Sólo Gran Bretaña resistió el intento de invasión (batalla aérea de Inglaterra, 1940-41); pero la suerte de Hitler empezó a cambiar cuando lanzó la invasión de Rusia, respondiendo tanto al ideal anticomunista básico del nazismo como al proyecto de arrebatar a la «inferior» raza eslava del este el «espacio vital» que soñaba para engrandecer a Alemania (1941). A partir de la batalla de Stalingrado (1943), el curso de la guerra se invirtió y las fuerzas soviéticas comenzaron una contraofensiva que no se detendría hasta tomar Berlín en 1945; simultáneamente se reabrió el frente occidental con el aporte masivo en hombres y armas procedente de Estados Unidos (involucrados en la guerra desde 1941), que permitió el desembarco de Normandía (1944).

Derrotado y fracasados todos sus proyectos, Hitler vio cómo empezaban a abandonarle sus colaboradores y la propia Alemania era arrasada por los ejércitos aliados; en su limitada visión del mundo no había sitio para el compromiso o la rendición, de manera que arrastró a su país hasta la catástrofe y finalmente se suicidó en el búnker de la Cancillería de Berlín donde se había refugiado, después de haber sacudido al mundo con su sueño de hegemonía mundial de la «raza» alemana, que provocó una guerra total a escala planetaria y un genocidio sin precedentes en los campos de concentración.

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biografía de Adolf Hitler

Nació en la localidad austriaca de Braunau am Inn, el 20 de abril de 1889. No finalizó sus estudios de enseñanza secundaria. Cuando en 1914 comenzó la I Guerra Mundial, Hitler, que se encontraba en Munich, se alistó como voluntario en el Ejército alemán. ¿Sabes cuál fue la máxima graduación que consiguió? La de cabo.

En 1918, tras la derrota de Alemania, regresó a Munich. Al año siguiente, se unió a un partido nacionalista, el Partido Obrero Alemán, que pronto pasó a llamarse Partido Nacionalsocialista Alemán del Trabajo (o partido nazi). En 1921, fue elegido führer (líder supremo) de este grupo.

En noviembre de 1923, encabezó una rebelión en Munich contra la República de Weimar (el régimen político existente en Alemania entre 1919 y 1933). Su golpe fracasó, y fue condenado a cinco años de prisión. Solo cumplió ocho meses, durante los cuales escribió Mein Kampf (Mi lucha), libro en el que contaba su vida y exponía su ideología.


Al salir de prisión, en 1924, reconstruyó su partido. Hitler creía que la causa de la fuerte crisis económica alemana estaba producida por una conspiración de judíos y comunistas. El partido nazi pasó de tener 12 diputados en 1928 a conseguir 107 en 1930. Hitler fue nombrado canciller (jefe del gobierno) en enero de 1933. Pronto se autoproclamó dictador. Miles de ciudadanos contrarios al partido nazi fueron enviados a campos de concentración. Su gobierno tomó el control de la economía, de los medios de comunicación y de todas las actividades culturales.
Hitler inició el rearme alemán en 1935 (lo que estaba en contra del Tratado de Versalles, por el que los aliados habían firmado la paz con Alemania tras la I Guerra Mundial). Entre 1936 y 1939, envió tropas a la región de Renania, y anexionó Austria y Checoslovaquia.

En septiembre de 1939, invadió Polonia. Empezaba así la II Guerra Mundial. Al mismo tiempo, impulsó un plan destinado a exterminar a los judíos. Finalmente, en 1945, Alemania fue derrotada por los países aliados. Hitler se suicidó el 30 de abril de ese año, en Berlín.

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