agosto 20, 2008

DEMOGRAFÍA

TEMA 1: CRECIMIENTO DE LA POBLACIÓN
A) Exceso de población
La principal causa de casi todos los problemas medioambientales es el rápido aumento de la población humana, que actualmente alcanza la cifra de 6.446 millones (2005) de personas en todo el mundo. Cada día hay 250.000 nacimientos, lo que suma 90 millones al año. A este ritmo, la población global llegará a los 10.000 millones en el año 2050. Aun en el caso de que la fertilidad disminuyera hasta una media de dos hijos por mujer, las cifras absolutas aumentarán, al menos, en otros 3.000 millones. Esto explica por qué la población mundial es, en promedio, muy joven.
Las necesidades básicas de todos estos seres —alimentación, vivienda, calor, energía, vestido y bienes de consumo— plantean una tremenda demanda de recursos naturales. Si no se producen cambios en la tecnología, el uso de la tierra y las medidas de control de la natalidad, esta demanda aumentará forzosamente.
La presión del aumento de la población sobre el medio ambiente viene determinada tanto por su distribución como por su cifra total. El 90% del crecimiento actual tiene lugar en los países en vías de desarrollo, en los que, para el año 2025, se concentrará el 84% de la población mundial.
Los países industrializados, con un nivel de vida más alto, son los responsables de la mayor parte de la contaminación, pero pueden reducir los riesgos medioambientales al utilizar las nuevas tecnologías no contaminantes. En los países en vías de desarrollo se utilizan menos recursos por persona y las nuevas tecnologías no contaminantes son económicamente inaccesibles para esos países.
B) Urbanización
Tres cuartas partes de la población de los países industrializados y un tercio de los que están en vías de desarrollo vive en núcleos urbanos. Para el año 2025, dos tercios de la población mundial tendrá carácter urbano. Aunque estas zonas generan mayores concentraciones de polución, también suministran servicios, como agua y electricidad, mucho más eficazmente.
La urbanización tiende también a que se produzcan menos nacimientos. Esto sucede porque la población que vive en las ciudades, especialmente las mujeres, tiene un nivel educativo y de ingresos superior, factores íntimamente relacionados con el descenso de los índices de natalidad.
TEMA 2: ETAPAS DEL CRECIMIENTO DEMOGRÁFICO
A) Crecimiento rápido de la población, primera fase: 1450-1650
Hacia 1450, la población aumentó rápidamente en Asia oriental, Europa y probablemente en la India, existiendo también signos de crecimiento en otras regiones densamente pobladas como Egipto. La población total del mundo pronto alcanzó nuevos máximos, y esta vez las cifras nunca volvieron a caer por debajo de los niveles previos a 1450. A finales del siglo XVII se produjo un ligero descenso, pero hacia el año 1700 la población mundial contaba como mínimo con 600.000.000 habitantes.
Existen muchas teorías para explicar esta variación masiva. Tras la disolución del Imperio mongol y el siglo de inestabilidades que vino a continuación, surgieron en diferentes regiones gobiernos más fortalecidos. Estos gobiernos se beneficiaron de una mejor agricultura, que se traducía en una mayor recaudación de impuestos y mayor número de habitantes, lo que a su vez significaba más soldados. En consecuencia, fomentaron un aumento de cultivos y asentamientos en las regiones fronterizas. No se produjo ningún avance significativo en las técnicas agrícolas, pero merced al aumento de la educación y de la imprenta, las técnicas vigentes se podían transmitir a un número mayor de gente. La medicina continuaba siendo bastante ineficaz, pero la formación y la imprenta contribuyeron a la difusión de ciertos principios básicos de los cuidados infantiles y prenatales, especialmente en China, Japón y Corea.
B) Crecimiento rápido de la población, segunda fase: 1700-2000
Hacia mediados del siglo XVIII, China, Japón y Europa occidental habían alcanzado nuevos máximos de población y estaban experimentando crecimientos más rápidos que los conocidos hasta entonces. A partir de este momento, dichas regiones conocieron disminuciones de población únicamente temporales y muy ligeras. En el siglo XIX, la mayoría del resto del mundo siguió el mismo camino, rompiendo todas las cifras de población anteriores. Hacia 1800 la población total del mundo era de unos 950.000.000, hacia 1900 de 1.650.000.000 y actualmente ronda los 6.000.000.000. La tasa de crecimiento era posiblemente del 0,3% anual en el siglo XVIII, entre 0,5 y 0,6% en el XIX y de un sorprendente 1,5% en el siglo XX. Algunos países han conocido tasas de crecimiento superiores al 3% anual, doblando su población en un periodo de unos 23 años.
Al existir un mayor número de personas se requería una mayor cantidad de alimentos. En gran parte del mundo el rendimiento máximo posible de alimentos por unidad de superficie no aumentó de manera significativa hasta la invención de los fertilizantes y los pesticidas químicos hacia 1900. Pero en los siglos XVIII y XIX se produjo una gran expansión del área total cultivada, especialmente en el continente americano, en Rusia, Australia y en el sudeste asiático al tiempo que continuaba la difusión de las mejores técnicas de cultivo.
Los cambios en la organización económica y social de muchos lugares sirvieron igualmente de acicate para el crecimiento de la población. Hasta el siglo XVIII muchas sociedades impedían a los ciudadanos contraer matrimonio y tener hijos mientras no fueran capaces de mantener una familia, lo cual, por lo general, implicaba heredar las posesiones de los padres. Pero en el siglo XVIII, especialmente en Europa y en Asia oriental, cada vez más personas se ganaban el sustento trabajando para terceros y sin esperar a heredar las tierras, las herramientas o el comercio familiar. Así pues, comenzaron a tener hijos a una edad más temprana y en mayor número.
A medida que aumentaban las tasas de nacimiento, decrecían las de mortalidad. La disminución de la tasa de mortalidad antes de 1900 no cabe atribuirla tanto a nuevos conocimientos médicos como a la difusión de algunos de los existentes, a las mejoras en la recogida de basuras y en el suministro de agua potable, así como a otras medidas relativas a la sanidad pública. En la década de 1900, las tasas de mortalidad decrecieron tan vertiginosamente que la población ha continuado creciendo incluso en muchos lugares donde las tasas de natalidad han disminuido drásticamente.

TEMA 3: UNA REVOLUCIÓN DE ACTITUDES Y COSTUMBRES: LA PLANIFICACIÓN FAMILIAR
Al mismo tiempo que la población mundial se disparaba a partir de 1450, se estaba produciendo algo igualmente importante a nivel individual. En el siglo XVII, o incluso antes, muchas personas ya intentaban planificar el número, el momento de nacimiento y, en determinados casos, el sexo de sus hijos. Sin embargo, no se dispone verdaderamente de pruebas directas sobre estos aspectos debido a la ausencia de registros escritos y al carácter tan personal de las decisiones acerca de la reproducción. Sabemos que algunas personas intentaban controlar el tamaño de la familia utilizando medios ilegales, como el aborto o el infanticidio, lo cual también les obligaba a borrar cualquier prueba de tales prácticas. Como consecuencia de lo limitado de estos conocimientos, todo lo que sabemos acerca del control de la fertilidad está estrechamente ligado a la obra del primer demógrafo (investigador de la población), Thomas Malthus.
Malthus mantenía que una vez que los individuos habían contraído matrimonio, la frecuencia de sus relaciones sexuales venía determinada por unos instintos biológicos que ni la sociedad ni la cultura eran capaces de modificar. Y aunque sabemos que las personas han intentado durante siglos encontrar métodos anticonceptivos que les permitieran las relaciones sexuales sin provocar un embarazo, generalmente se había dado por bueno que no existía un método anticonceptivo eficaz hasta la invención del condón, fabricado con caucho vulcanizado, en el siglo XIX. En consecuencia, hasta el siglo XX la mayoría de los demógrafos mantuvieron que la única forma de rebajar las tasas de natalidad consistía en lo que Malthus denominaba controles preventivos del aumento de la población, impidiendo a la gente contraer matrimonio. Los obstáculos preventivos podían ser exigencias económicas que obligaban a la gente a ahorrar una cierta cantidad de dinero antes de la boda, o prácticas religiosas y culturales que prohibían el matrimonio entre personas pertenecientes a determinados grupos.
Los demógrafos no han podido detectar demasiadas pruebas de controles preventivos fuera de Europa y Japón antes del siglo XX. Pensaban que otras poblaciones sólo se habían regulado mediante lo que Malthus denominaba controles positivos, catástrofes como guerras, epidemias y épocas de hambre. Ahora sabemos que otras sociedades poseían sus propias formas de permitir a la gente un cierto control de su fertilidad.
La interferencia humana en la reproducción resulta evidente en la relación entre el número de niños y niñas nacidos. En el caso de no intervenir de ninguna forma para seleccionar el sexo, aproximadamente nacen 105 niños por cada 100 niñas; esto se define como una relación entre sexos del 105.
De hecho, algunas conductas sólo resultan explicables en caso de que los padres mataran deliberadamente a las niñas a fin de conseguir el tamaño de familia y distribución de sexos deseados.
Estas actitudes demuestran que, a pesar de la legislación que condenaba el infanticidio, las familias que sólo querían tener un hijo más o que deseaban tener un hijo varón, se deshacían de gran número de descendientes femeninas, aunque en algunos casos en que las familias deseaban tener una hija, se deshacían de los varones. Para bien o para mal, las personas dejaron de confiar en el azar para controlar su fertilidad. Las tecnologías desarrolladas a lo largo de los siglos XIX y XX han conseguido que estas intervenciones sean menos dolorosas y más eficaces.

TEMA 4: LA TRANSICIÓN DEMOGRÁFICA
Hacia finales del siglo XVIII en los esquemas de población humana tuvo lugar un tercer gran cambio denominado, por lo general, transición demográfica. En algunas partes del mundo, el esquema de unas tasas de natalidad relativamente elevadas compensadas por tasas de mortalidad altas comenzó a desplazarse en el sentido de unas tasas de natalidad y de mortalidad más bajas, características de la mayor parte del mundo actual.
La mayor parte del mundo ha experimentado esta transición demográfica, aunque en épocas y con porcentajes diferentes. En un principio, las tasas de mortalidad decrecieron y las de natalidad permanecieron constantes o disminuyeron ligeramente, lo que provocó una explosión demográfica y la destrucción de un viejo equilibrio entre nacimientos frecuentes y defunciones frecuentes. A la larga, las tasas de natalidad continuaron disminuyendo, lo que dio lugar a un nuevo equilibrio con reducidas tasas de natalidad y una población bastante estable cuyos miembros gozaban de una existencia longeva.
En casi todas las partes del planeta las tasas de natalidad son mucho más bajas que hace 50 ó 100 años, pero las tasas de mortalidad son en muchos lugares más elevadas que las existentes en los países ricos hace 100 años.
En muchos países pobres las tasas de natalidad siguen siendo elevadas porque los padres creen que tener muchos hijos constituye la única forma de garantizar que alguno de ellos sobrevivirá hasta llegar a adulto. Además, en estas áreas menos industrializadas son pocos los trabajos que requieren una educación formal, por lo que los niños pueden comenzar a contribuir a la economía familiar a edades bastante tempranas. No deja de constituir una ironía que las altas tasas de natalidad sean las que probablemente contribuyan a mantener la pobreza en estos países.
Las tasas de natalidad se ven firmemente frenadas por una prosperidad creciente. La urbanización produce el mismo efecto, ya que al trasladarse las familias a las ciudades, les resulta mucho más costoso adquirir o alquilar una vivienda para una familia numerosa. La urbanización retarda igualmente el momento en el que el individuo está en condiciones de obtener unos ingresos significativos, ya que desplaza a la sociedad hacia los trabajos que requieren como mínimo una formación básica. La formación de la mujer es un tercer factor que influye de manera notable en las tasas de natalidad. Las mujeres con formación tienen más probabilidades de que se les presenten oportunidades personales que entren en conflicto con un matrimonio temprano y la crianza inmediata de los hijos; además, es más probable que sepan cómo acceder y utilizar los controles de natalidad.
A lo largo de los últimos 100 años, a medida que en muchos lugares han ido disminuyendo las tasas de mortalidad, la población mundial ha ido aumentando a un ritmo mayor que en cualquier otra época anterior. Las tasas de natalidad en los países desarrollados han comenzado igualmente a descender, y en ello está jugando la planificación familiar consciente un papel de importancia creciente. Así pues, muchos expertos opinan actualmente que la población llegará a estabilizarse en algún momento antes del año 2100, pero después de haber aumentado al menos en 2.000 millones.
El gran número de zonas pobres y no industrializadas en las que las tasas de natalidad y mortalidad siguen siendo elevadas impide a los expertos llegar a un consenso en cuanto a la cifra en que se estabilizará la población. Las estimaciones oscilan entre los 8.500 y los 20.000 millones, con una dispersión tan amplia que impide ponerse de acuerdo en lo que puede significar la combinación de una población aún mayor con una gran desigualdad económica para la sanidad global, el entorno y la calidad de vida.
Sin embargo, podemos tener casi la plena certeza de que, al igual que en el transcurso de los últimos miles de años, la población continuará conformando las economías humanas, la vida cotidiana y el entorno en el que vivimos.

TEMA 5: MIGRACIONES DE POBLACIÓN
Los seres humanos están constantemente en movimiento, recogiendo sus enseres y asentándose de nuevo al otro lado de una misma ciudad, en el país vecino o en la otra orilla de un océano. El hombre ha migrado por diversas razones desde su aparición como especie. Entre las causas naturales para las migraciones se encuentran las sequías prolongadas, los cambios climáticos y las inundaciones o las erupciones volcánicas que convierten amplias zonas en extensiones inhabitables.
Los motivos socioeconómicos han provocado muchas más migraciones que los fenómenos naturales. Como ejemplos pueden citarse la escasez de alimentos por el crecimiento de la población o la pérdida de suelos; una derrota en un conflicto bélico; las políticas de expansión de pueblos dominantes. Además de las ya citadas, cabe destacar como causas que intervienen en los movimientos espaciales de población: la miseria en algunas zonas agrarias motivada por la desequilibrada distribución de la tierra, la destrucción del equilibrio económico anterior, motivado por la ruptura de un sistema económico artesano y rural antiguo, afectado por la revolución industrial y de los transportes; la prosperidad de algunas zonas, como factor de atracción de posibles migrantes; el descubrimiento de un nuevo recurso (oro, carbón, petróleo) capaz de provocar concentraciones humanas en nuevos asentamientos; etc.
A) Barreras y corredores de paso
Los movimientos de población se han visto condicionados históricamente por las barreras naturales, como anchos ríos, mares, desiertos y cadenas montañosas. Los cinturones de estepas, bosques y tundra ártica que se extienden desde Europa central al Océano Pacífico, favorecieron las migraciones este-oeste de los grupos situados a lo largo de estas latitudes.
Las migraciones desde las zonas tropicales a las templadas o desde las templadas a las tropicales, han sido escasas.
A consecuencia de éstas y otras barreras similares, ciertos pasos de montaña y corredores se convirtieron en rutas migratorias habituales.
C) Efectos de las migraciones
Redistribución de la población: es la consecuencia más estrictamente geográfica, ya que las zonas de afluencia se llenan de habitantes en tanto que las de partida ven vaciarse sus pueblos, campos y ciudades.
Efecto selectivo: se manifiesta en la propia selección natural de los migrantes, pues los individuos más débiles no emigran y, en una selección demográfica por sexo y edad, en general los hombres migran más que las mujeres y las migraciones suelen estar protagonizadas por individuos jóvenes, lo que tiene un efecto de rejuvenecimiento en el lugar de destino y de envejecimiento y retroceso demográfico en el de origen.
Consecuencias biológicas: la unión de poblaciones de origen distinto genera mejoras genéticas al evitar los peligros de la consanguineidad. Sin embargo, la posibilidad de enfrentamientos armados y los problemas de la adaptación biológica a un nuevo medio pueden diezmar poblaciones indígenas por la guerra con los invasores y la vulnerabilidad ante nuevas enfermedades; por su parte los recién llegados experimentarán problemas derivados de la modificación del régimen de alimentación, falta de resistencia a agentes patógenos endémicos, climas radicalmente diferentes, etc.
Problemas de contacto: el inmigrante enriquece a menudo el país de acogida porque introduce nuevos hábitos culturales, pero al mismo tiempo, y como consecuencia de esas diferencias, se producen tensiones y oposiciones por razón de raza, lengua, género de vida, religión, opinión política, etc...
Consecuencias económicas: las regiones de partida están penalizadas por la pérdida selectiva de los individuos más activos, la inversión realizada en su formación y el coste de los viajes y gastos administrativos de la emigración; no obstante también tienen ventajas como la posibilidad de sanear la economía y reorganizarla si la emigración deja suficientes elementos activos, además de la llegada de los ahorros de los emigrantes. Para las regiones de llegada las ventajas se concretan en un ahorro en gastos de formación, nuevas posibilidades económicas y laborales para la población autóctona, pues la llegada de inmigrantes permite a ciertos sectores industriales funcionar con costes más bajos, y la difusión de formas de vida que constituyen la antesala para la exportación de mercancias. Entre las desventajas o costes estarían los gastos de reclutamiento y viaje, la salida de divisas, los gastos en ayuda social y cultural, importaciones suplementarias y los problemas de desempleo en el caso de regiones que no pueden ofrecer trabajo a las masas de inmigrantes que llegan en oleadas, como es el caso de las ciudades de países en vías de desarrollo y los desplazamientos masivos de refugiados políticos en el contexto de graves conflictos bélicos.
Nuevos hogares: Los inmigrantes deben hacer frente a muchas dificultades en su nuevo país, especialmente si no hablan el idioma del país de destino. Muchos inmigrantes se instalan en comunidades previamente formadas por personas de su mismo país de origen. Los inmigrantes más antiguos hablan la misma lengua y pueden ayudar a los recién llegados durante el proceso de adaptación.
TEMA 6: POLÍTICAS DE POBLACIÓN
Las políticas gubernamentales de población pretenden alcanzar objetivos de desarrollo y bienestar aplicando medidas que, directa o indirectamente, inciden sobre procesos demográficos como la fertilidad y la migración. Como ejemplos cabe citar el establecimiento de la edad mínima reglamentaria para contraer matrimonio, los programas de divulgación de uso de anticonceptivos y los controles de migración. Cuando estas políticas se adoptan por razones distintas a las demográficas reciben el nombre de políticas implícitas.
A) Políticas de población en los países desarrollados
Los países europeos no tuvieron políticas de población hasta el siglo XX.
Japón, con una economía comparable a la de los países europeos, fue el primer país desarrollado en la era moderna que inició un programa de control de natalidad. En 1948 el gobierno japonés instituyó una política que incluía la anticoncepción y el aborto para limitar el tamaño de las familias.
Las políticas europeas a favor de la natalidad no tuvieron mucho éxito en la década de 1930 y sus ligeras variantes de las dos últimas décadas (en Francia, España y en muchos países europeos del Este) no parece que hayan logrado detener la continua y preocupante disminución de la natalidad. El control gubernamental de la migración parece que resulta más eficaz. La migración a corto plazo por demanda de trabajo ha sido una práctica común en Europa occidental y ha dado a los diferentes países la flexibilidad para reducir la migración durante las recesiones económicas.
B) Políticas de población en América Latina
Desde su independencia, los países hispanoamericanos se plantearon los problemas de población derivados del mestizaje y la existencia de amplias zonas de escasa presencia humana.
El vertiginoso crecimiento de los índices de natalidad, las tradiciones y prejuicios religiosos y familiares, las costumbres de fuerte arraigo, contrarias al uso de métodos anticonceptivos, han obligado a todos los gobiernos a desarrollar campañas de información y educación, a promover el control de la natalidad y los programas de planificación familiar.
C) Políticas de población en el Tercer Mundo
En 1952 la India fue el primero de los países en vías de desarrollo que adoptó una política oficial para disminuir el ritmo de crecimiento de su población. Los programas de planificación familiar fueron considerados como una forma de satisfacer el deseo de un amplio sector de la población de limitar y controlar la natalidad.
La reducción del índice de crecimiento en Asia puede atribuirse sobre todo a las estrictas políticas de control de la población en China. A pesar de su inmensa población, China ha reducido con éxito los índices de natalidad y mortalidad. Recientemente, el gobierno está apoyando una política de familias con un solo hijo con el fin de reducir el índice actual de crecimiento anual del país del 14‰ al 0‰ en el año 2000.
En 1979, más del 90% de la población de los países en vías de desarrollo vivía bajo gobiernos que, al menos en principio, permitían el acceso a anticonceptivos por razones de sanidad y garantizaban el derecho a elegir el número de hijos y controlar los intervalos entre nacimientos. Estudios recientes muestran que en muchos países se están reduciendo los índices de natalidad y de crecimiento de la población nacional, en parte gracias a los programas de planificación familiar propiciados por los gobiernos.

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