agosto 12, 2010

Los Germanos



•Los germanos según Tácito•
“Cuando la lucha se ha establecido, es deshonra para el jefe (princeps) ser sobrepasado en valor por sus seguidores, y para éstos, no igualar en valor a aquél. Es infamia y baldón para toda la vida el retirarse a salvo de un combate en que ha muerto el jefe. El defenderlo y guardarlo, y unir cada cual sus propias hazañas a la gloria de aquel, es para ellos el principal juramento (sacramentum). Los príncipes luchan por la victoria; sus compañeros (comites) por el príncipe. Si la ciudad donde han nacido se enerva con una temporada de larga paz y calma, la mayor parte de los jóvenes nobles se dirigen a las naciones que entonces están en guerra, pues a esta raza es ingrato el reposo, y entre las vicisitudes de la guerra encuentran campo para esclarecere [demostrarse]. Además, sólo así, con la bélica violencia, pueden mantener una gran comitiva, pues de la liberalidad de su caudillo uno saca el caballo más belicoso, otro la frámea hecha ilustre por la sangre y la victoria. En lugar de estipendio[sueldo] tienen unos banquetes grandes y abundantes, aunque desaliñados; ostentación que proviene de sus combates y rapiñas. Y no se deciden tan fácilmente a arar la tierra esperando la cosecha, como a hostilizar al enemigo y a exponerse a las heridas; además, les parece holgazanería y flojedad adquirir con sudor lo que se puede lograr a costa de sangre”.
Tácito, Germania, fragmento libro XIV, 98 D. C., trad. de Héctor Herrera C.

•Los germanos según Tácito•
"... Eligen algunas veces por príncipes algunos de la juventud, ya sea por su insigne nobleza, o por los grandes servicios y merecimientos de sus padres; y éstos se juntan con los más robustos, y que por su valor se han hecho conocer y estimar; y ninguno de ellos se avergüenza de ser camarada de los tales y de que se los vea entre ellos; antes hay en la compañía grados, los cuales son discernidos por parecer y juicio del que siguen. Los compañeros del príncipe procuran por todas las vías alcanzar el primer lugar cerca de él; y los príncipes ponen todo su cuidado en tener muchos y muy valientes compañeros; el andar siempre rodeados de una cuadrilla de mozos escogidos es su mayor dignidad y son sus fuerzas; que en la paz les sirve de honra y en la guerra de ayuda y defensa. Y el aventajarse a los demás en número y valor de los compañeros, no solamente les da nombre y gloria con su gente, sino también con las ciudades comarcanas; porque éstas procuran su amistad con embajadas, y los hombres con dones; y muchas veces basta la fama para acabar las guerras, sin que sea necesario llegar a ellas. De manera que el príncipe pelea por la victoria y los compañeros por los príncipes. Cuando su ciudad está largo tiempo en paz y ociosidad, muchos de los mancebos nobles de ella se van a otras naciones donde saben que hay guerra, porque esta gente aborrece el reposo, y en las ocasiones de mayor peligro se hacen más fácilmente hombres esclarecidos
Y los príncipes no pueden sustentar aquél acompañamiento grande que traen sino con la fuerza y con la guerra: porque de la liberalidad de su príncipe sacan ellos, el uno un buen caballo, y el otro una framea victoriosa y teñida en la sangre enemiga. Y la comida y banquetes grandes, aunque mal ordenados, que les hacen cada día, les sirven para sueldo. Y esta liberalidad no tienen de qué hacerla sino con guerra y robos. Es fuerza ser enemigo de los enemigos del padre o pariente, y amigo de sus amigos..."
Tácito,"De las costumbres, sitio y pueblos de la Germania” (fragmento) S. I D.C., trad. de C. Coloma.

•Respecto a los visigodos en España•
“…después de la conversión de Recaredo al Crisrtianismo, en 587, los godos se incorporan de forma indisoluble a la tradición histórica española (…) Su conversión les vale inmediatamente un prejuicio favorable. Bajo Recaredo y Sisebuto, en los cuadros hispánicos se observa la ‘conciencia y la voluntad de una síntesis creadora’ que en seguida conduce a realizaciones duraderas: códigos de leyes del siglo VII, el establecimiento de asambleas tan originales como los Concilios de Toledo en el corazón de las instituciones del reino y, por último, el nacimiento de una nueva doctrina de la realeza, fundada en la unción real (…) La España goda legó a Europa muchas de las ideas fundamentales en torno a las que se construyó la civilización medieval (…) Pero Hinojosa y Sánchez Albornoz han demostrado la importancia de los elementos germánicos en el desarrollo institucional: gardingis que forman el comitatus real, saiones que ejecutan las órdenes, y por último, tradiciones de derecho privado. Hasta el siglo XI, España vivió de los recuerdos dejados por el reino católico de Toledo y recogió piadosamente estos restos de herencia germánica (…) La península [Ibérica] tuvo la misma admiración de la Galia por la nueva antroponimia: mezclados con algunos elementos iberovascos, los nombres germánicos dominan absolutamente en la España medieval”.
Lucien Musiet, Las Invasiones, 1982, pp. 134-135.

•Respecto a los francos•
“…para todo este conjunto [la Galia merovingia] se impuso lentamente un nombre nacional común, tomado únicamente de los francos: Francia. Utilizado por los autores de la Baja Antigüedad [Temprana Edad Media] para designar la región de la Germania ocupada por los francos, a partir de mediados del siglo VI designa la parte norte de la Galia, efectivamente dominada por los francos, y luego, bajo la pluma de algunos autores exteriores al país, el conjunto del reino merovingio (…)
En los siglos VII y VIII el sentimiento de la nacionalidad ‘étnica’ es sustituido por el de una nacionalidad ‘regional’: más que franco o romano, se es austrasiano, neustriano, borgoñón o aquitano. Sin duda, las aportaciones germánicas de la época de las invasiones no se hallan desligadas de estas actitudes; su éxito también señala el triunfo de la fusión.
Las clases dirigentes, a finales del siglo VI (…) estaban fundidas en una verdadera unidad, basada en el género de vida y en la civilización material, unidad sellada por la identidad de fe y numerosos matrimonios mixtos. El hecho fundamental es la adopción por la clase superior germánica del género de vida de los propietarios rurales galorromanos (…) El fisco real, inmensamente rico, distribuyó villas por centenares entre la aristocracia franca, en el siglo VI y sobre todo en el VII”.
Lucien Musiet, Las Invasiones, 1982, pp. 140-141.

•Respecto a los visigodos en España•
“…la separación de visigodos e hispano-rromanos no se pudo mantener y, gradualmente, se fundieron las costumbres, las instituciones y las poblaciones. El rey Recaredo (586 – 601), tal vez el más importante de los reyes visigodos, reconoció la validez de los matrimonios entre visigodos e hispano-rromanos; empezó a aplicar algunas leyes romanas a la administración y la justicia visigodas, y extendió, a su vez, la legislación visigoda a los súbditos hispano-rromanos; durante su reinado se inició la fusión de la lengua visigoda y la latina. Más importante aún fue el hecho de que Recaredo se convirtiera al catolicismo. Su ejemplo fue luego seguido por la mayor parte de los godos.
La monarquía visigoda tenía carácter electivo. El rey era elegido por los grandes del reino. El rey ejercía el poder político, militar y judicial. Su voluntad era ejecutada por los duques y condes, que eran funcionarios de la monarquía.
Después de la conversión del rey Recaredo al catolicismo, la Iglesia adquirió gran importancia política. Los concilios se transformaron en asambleas nacionales en que participaban, fuera de los obispos, también los grandes del reino. Los asuntos eclesiásticos siguieron siendo determinados por los obispos; pero todos los demás asuntos eran resueltos por los obispos y los grandes conjuntamente.
El reino visigodo de España fue el primer reino nacional hispánico. Su importancia universal reside en el hecho de haberse producido aquí por primera vez la fusión entre el elemento germánico y la civilización latina (…)
Bajo el gobierno justo e inteligente de los reyes visigodos se produjo un florecimiento de las letras y artes clásicas. La principal figura de la vida intelectual del siglo VII fue San Isidoro de Sevilla (…) Escribió ‘Las Etimologías’, una especie de enciclopedia que contiene gran número de noticias sobre toda la civilización antigua (…) uno de los libros más leídos durante gran parte de la Edad Media, contribuyendo poderosamente a mantener vivo el recuerdo de la cultura clásica”.
Ricardo Krebs, Historia Universal, Tomo II, 1955, pp. 25-28.

•Respecto a los visigodos en España•
“…la separación de visigodos e hispano-rromanos no se pudo mantener y, gradualmente, se fundieron las costumbres, las instituciones y las poblaciones. El rey Recaredo (586 – 601), tal vez el más importante de los reyes visigodos, reconoció la validez de los matrimonios entre visigodos e hispano-rromanos; empezó a aplicar algunas leyes romanas a la administración y la justicia visigodas, y extendió, a su vez, la legislación visigoda a los súbditos hispano-rromanos; durante su reinado se inició la fusión de la lengua visigoda y la latina. Más importante aún fue el hecho de que Recaredo se convirtiera al catolicismo. Su ejemplo fue luego seguido por la mayor parte de los godos.
La monarquía visigoda tenía carácter electivo. El rey era elegido por los grandes del reino. El rey ejercía el poder político, militar y judicial. Su voluntad era ejecutada por los duques y condes, que eran funcionarios de la monarquía.
Después de la conversión del rey Recaredo al catolicismo, la Iglesia adquirió gran importancia política. Los concilios se transformaron en asambleas nacionales en que participaban, fuera de los obispos, también los grandes del reino. Los asuntos eclesiásticos siguieron siendo determinados por los obispos; pero todos los demás asuntos eran resueltos por los obispos y los grandes conjuntamente.
El reino visigodo de España fue el primer reino nacional hispánico. Su importancia universal reside en el hecho de haberse producido aquí por primera vez la fusión entre el elemento germánico y la civilización latina (…)
Bajo el gobierno justo e inteligente de los reyes visigodos se produjo un florecimiento de las letras y artes clásicas. La principal figura de la vida intelectual del siglo VII fue San Isidoro de Sevilla (…) Escribió ‘Las Etimologías’, una especie de enciclopedia que contiene gran número de noticias sobre toda la civilización antigua (…) uno de los libros más leídos durante gran parte de la Edad Media, contribuyendo poderosamente a mantener vivo el recuerdo de la cultura clásica”.
Ricardo Krebs, Historia Universal, Tomo II, 1955, pp. 25-28.

•Respecto a anglos y sajones en Inglaterra•
“Los anglosajones, en el tiempo de llegar a Inglaterra, eran paganos. El Papa Gregorio I envió a fines del siglo VI al monje Agustín y otros misioneros a Inglaterra para que predicasen el cristianismo entre los paganos. Después de la conversión de Etelberto, rey de Kent (597), el cristianismo se difundió por todos los reinos anglosajones. Al frente de la Iglesia anglosajona estaba el arzobispado de Cantorbery (…)
El rey Alfredo se preocupó (…) de que la justicia fuese administrada correctamente y redactó un código en que reunió las leyes anglosajonas. Favoreció la agricultura, fundó ciudades y aldeas y restauró la ciudad de Londres (…) Las iglesias y los conventos disfrutaron de su especial protección.
La vida cultural recibió grandes impulsos. Bajo la dirección de los monjes y sacerdotes, se había desarrollado en los reinos anglosajones una floreciente vida intelectual, cuyo mayor exponente fue el Venerable Beda, monje y erudito teólogo, autor de una ‘Historia Eclesiástica de Inglaterra’, que es una descripción de la primitiva civilización inglesa y de su progreso bajo la influencia del cristianismo y de la civilización antigua (…)
En el extremo noroccidental de Europa se formó, de esta manera, un importante foco cultural que irradiaría, posteriormente, hacia el continente”.
Ricardo Krebs, Historia Universal, Tomo

•Respecto a la organización social y política de los germanos•
“Entre los hombres libres existía plena igualdad de derechos. Por encima de los comunes hombres libres se levantaban algunas familias que gozaban de especial prestigio (…) Estas familias constituían la nobleza (…)
Por debajo de los libres estaban los siervos que, sin tener finca propia, debían labrar las tierras de sus amos (…)
Los pueblos con varios jefes solían elegir para la guerra a un jefe supremo: el duque. Algunas tribus tenían reyes hereditarios.
El rey y los príncipes tenían el derecho de organizar bandas de guerra: los miembros de estas bandas eran jóvenes guerreros que se declaraban compañeros de un jefe y que, unidos a él por el firme lazo de la fidelidad, compartían con éste el peligro, la fama y el botín. Como recompensa de sus servicios recibían armas y gratificaciones. Este servicio no era contrario a la libertad personal ni al honor; por el contrario, la fama del jefe recaía sobre sus servidores”.
Ricardo Krebs, Historia Universal, Tomo II, 1955, pp. 12-14.